Top Cómic Mortadelo 62. Los inventos del profesor Bacterio

Opinión:

Casi no hay mejor forma de definirlo que el texto de contraportada: "Dos aventuras enteritas de los chalados esos con tropecientas páginas, toneladas de gags y mil cosas más…"

Efectivamente, nos encontramos con un nuevo tomo de Top Cómic que nos presenta las historias completas, "Los inventos del profesor Bacterio", y "La máquina del cambiazo". En ellas, como en todas las historias de Ibáñez en las que esté presente el "insigne" científico de la T.I.A., nos encontraremos las acostumbradas situaciones de peleas, tanto dialécticas como físicas, de los dos agentes y el profesor, de la negativa de aquellos por participar en los experimentos, de su huida y posterior caza por parte del resto de agentes, etc. Situaciones que no por más vistas, dejan de sacarnos una sonrisa, a veces incluso carcajadas. Evidentemente, tanto en una historieta como en otra la simple presencia de Bacterio, sumada a la ineptitud de Mortadelo y Filemón, serán fuente de continuas situaciones caóticas, absurdas… en definitiva, fuente segura de diversión. Solo un "pero" en esta ocasión: el anterior volumen, recientemente reseñado, ofrecía una aventura muy similar a la de los inventos, la de las armas basadas en vegetales. Pero bueno, ambas tienen las suficientes diferencias, y son lo suficientemente divertidas como para poder disfrutar con ellas (solo que tal vez, se podían haber distanciado un poco más en su publicación… solo tal vez).

Pero casi el plato fuerte en estas ediciones es el abundante material extra, como venimos diciendo en las reseñas que venimos realizando de estos recopilatorios. Ya no sé si decir que se han superado en este caso o no, dado que cada vez que nos enfrentamos a ellos, acabamos a carcajada limpia. En esta ocasión, hilarantes secciones como Espic Ínglish Güiz Mortadelo y Filemón (otra vez), Mis disfraces más curiosos, 30 cosas que molaría ser de mayor, los inventos del profesos Bacterio, T.I.A Airlines, y unos cuantas más que complementan de manera perfecta a las dos historias ya de por sí hilarantes.

J. Javier Arnau