La última mujer

Opinión:

A Charles Masson le conocíamos muy bien por sus novelas gráficas llenas de crítica social, tanto que casi era un símbolo en este sentido. En "Sopa fría" hablaba de la mendicidad, y en "Derecho de suelo" de los inmigrantes ilegales (de éste hay un guiño en la novela gráfica porque el propio Albert, en uno de sus viajes, llega hasta la isla francesa de Mayotte). No hace lo mismo aquí, pero en cierto sentido sí parece no haber salido de su línea: critica, a su modo, a todo aquel que ha desperdiciado su tiempo con tonterías. Y Albert es el ejemplo perfecto.

Mientras le acompaña el autoestopista, del que rápidamente nos daremos cuenta de su relación con él, quizás incluso antes de que se de cuenta él mismo, Albert se va tomando pastillas que lo hacen desconectar con la actualidad para hacerle volver al pasado. Pastillas que, por cierto, le ayudan a ver al joven Al.

Si buscas mujeres con la opción frívola de que se adapten a un abecedario estáte seguro de que harás dos cosas: perder oportunidades de verdad, y hacer la mayor gilipollez de tu vida. Albert hace eso y aun siendo consciente en ocasiones, no ceja en su empeño. Por ello veremos a todo tipo de chicas en su vida, desde las que le iniciaron en el sexo o las drogas hasta las que ya tenían hijos propios. Cosa curiosa y algo a llamar la atención del autor es que parece poco real que el tío esté cada día más mayor y más fofo (y es feo, no tiene ningún encanto especial, ni siquiera en su personalidad) y sin embargo ellas, por lo general, están buenas. Sí, son guapas y tienen cuerpos de aúpa. Si bien a la historia le resta credibilidad, imagino que a sus lectores masculinos no les importará tal incongruencia.

El comic es en blanco y negro, como los anteriores, también publicados por Diábolo, y me ha pasado con él que me ha gustado más cuando lo he terminado que mientras lo leía. Lo que sí aprecio mucho en él y en cualquier autor es la versatilidad. 

Anika Lillo