La gente en los árboles

Opinión:

La intención de dar un tono académico al texto, dada la condición de científicos de ambos personajes, el doctor Norton Perina y el doctor Ronald Kubodera, consigue el efecto de una lectura tediosa y unas ganas irrefrenables de buscar el resumen de cada capítulo para ver si allí habrá algo interesante o será otra muestra de pedantería y lo mejor es saltarse el capítulo.

Y es que, lo que se puede esperar que sea un alegato en defensa del acusado, se convierte en un repaso plano, por no decir aburrido, de toda su vida desde su niñez hasta llegar a sus viajes de investigación.

Además, los párrafos son extensos, donde se acumulan descripciones prolijas del entorno y de todo lo que va sucediendo, de manera que esa estructura tampoco ayuda a que exista un ritmo ágil en la lectura, al contrario, se hace hasta soporífera.

De tanto en tanto, unos comentarios misóginos por una parte y de embeleso sobre alguna belleza masculina concreta podrían ser destellos de algo más profundo, pero aparecen a contrapelo, sin que hubiese ninguna necesidad de colocarlos ahí, tal que semejan unas someras pistas sobre la perversión del protagonista, que apenas tiene una mención en todo el libro.

Porque lo cierto es que aun siendo un caso de abusos sexuales con un menor, toda la historia intenta alejarse del tema y si acaso lo deja como algo propio de una cultura primitiva. Vamos, como si esos estudios científicos incluyesen por accidente algo similar al turismo sexual. Y las menciones a la extrema longevidad de los isleños se quedan en algo circunstancial y anecdótico, sin que en ningún momento se plantee otra cosa que no sea algo meramente accidental, producido cuando unos nativos que han llegado en concreto a los sesenta años, ingieren la carne de unas tortugas autóctonas.

Supongo que habrá lectores que se dejarán seducir por las obras de Hanya Yanagihara, de la que ya tenemos reseñada "Tan poca vida", y esta novela será para ellos otra buena oportunidad de deleitarse con la lectura.

Selin