Islas de plata, imperios de seda

Opinión:

En septiembre de 1414, el sultán bengalí Saif al-Din Hamzah Shah viajó a Nanjing, capital del gran Imperio Ming, en una embajada que ofreció al emperador Yongle decenas de regalos exóticos entre los cuales había una jirafa, considerada como 'qilin' un animal mitológico por los antiguos chinos. Con esta preciosa imagen se abre "Islas de plata, imperios de seda", un ensayo de historiográfica sino-hispánica que explora, como reza su subtítulo, las relaciones entre "juncos y galeones en los Mares del Sur". Estos tres conceptos, por supuesto, requieren de una cierta explicación: "Mares del Sur" fue una forma bastante popular de denominar al océano Pacífico antes de que fuera así bautizado por Fernando de Magallanes en su famosa expedición. En cuanto a los juncos y galeones, hacen referencia a dos tipos de embarcaciones antiguas que fueron muy empleadas para largos viajes transoceánicos. Más importante es ese título bimembre que alude a los dos extremos de esos viajes: las 'islas de plata' remiten a las explotaciones españolas en territorio hispanoamericano, mientras que los 'imperios de seda' hacen referencia a los pueblos asiáticos, principales exportadores del producto textil.

Ahora que están claros los distintos ejes que se articulan en este ensayo, queda pendiente la tarea más difícil para el reseñador: la de definir y conceptualizar un libro tan complejo, en el que ideas, escenarios y personajes se suceden unos a otros sin apenas tiempo para detenerse en un episodio. Con el objetivo de explorar las relaciones comerciales y misionales que se establecieron entre la monarquía hispanoportuguesa y los pueblos del océano Pacífico, el sinólogo e historiador Manel Ollé ha construido un recorrido ágil y bien documentado por hechos y datos concretos que permiten caracterizan esas relaciones. Su foco central son los documentos que dejaron escritos los numerosos misioneros franciscanos, jesuitas y dominicos que convivieron con los chinas de Manila o del interior del Imperio de los Ming o de los Qing: muchos de ellos, como Juan Cobo, Diego de Pantoja, Michele Ruggieri o Juan Bautista Morales, escribieron en extenso sobre China, tradujeron obras del chino o al chino e incluso redactaron tratados religiosos y escritos científico-técnicos o diplomáticos en lengua china.

Acompañados por las astutas observaciones de estos misioneros, asistimos a lo largo de este ensayo a un desfile de comerciantes, piratas, embajadores, navegantes, diplomáticos, aventureros y hombres de cultura que protagonizaron importantes intercambios entre sociedades muy distintas. Con ellos recorremos la larga ruta comercial entre el Imperio de los Ming y las islas latinoamericanas de la plata, pasando a través de Manila; también visitamos a los portugueses de Macao y a los holandeses de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, e incluso al reducto de los Ming ubicado en la isla de Taiwán, y a los chinos de Manila. El rigor y la exactitud de las historias que Manel Ollé reconstruye a lo largo del ensayo hacen que su trabajo culmine con una recreación valiosa y envidiable de las redes hispano-asiáticas en los siglos XVI y XVII.

Darío Luque