Príncipe Valiente 1969-1970

Opinión:

Antes de introducirnos de lleno en esta nueva serie de viñetas semanales, publicadas entre los años 1969 y 1970, el coordinador de la misma y traductor, Rafael Marín, nos esboza unos breves apuntes de la trayectoria profesional de Harold R. Foster y su relación con el Príncipe Valiente. Un personaje que más de uno pondría en cuestión, e incluso censurando alguna de sus opiniones y actitudes, al carecer de los filtros necesarios que se exigen hoy en día en los diálogos.

Pero no podemos olvidarnos que ante todo estos episodios se desarrollan en el entorno histórico de la edad media y que, fiel a la época, el autor no hace más que acercarnos a cómo se vivía, plasmando en cada viñeta desde las diferencias de las clases sociales al pensamiento tan distinto que existía entre hombres y mujeres. Sobre todo, el de ellas, quienes cobran mayor protagonismo en esta entrega al ser el centro de la trama en varias de las tiras. Entre ellas, Aleta, la mujer de Val, que pasará del mayor de los amores al enfado; dando como resultado unas divertidas historietas en las que conoceremos mejor su carácter.

Junto a Val, el Príncipe Valiente, también viviremos las primeras aventuras de su hijo Arn quien repetirá los pasos que diera su padre en su juventud, metiéndose en líos parecidos. En uno de ellos, tendrá que rescatarlo poniendo a prueba la magia aprendida del Mago Merlín; haciendo así mención a antiguas historias que habían sido narradas por los caballeros de la tabla redonda y que se pueden recordar revisando esta serie.

Al caballero sir Gawain le corresponde la parte más divertida de este volumen. Pero no solo nos reiremos con él, porque a lo largo de estas páginas la sonrisa siempre está presente, tanto en el desarrollo de cada trama como en los felices desenlaces. A través de varios episodios narra sus andanzas a sus amigos; en su mayoría hay una mujer por medio, algún familiar que le persigue, peleas y mucho de picaresca. También de encantamientos, con un relato en el que su caballo es convertido en un asno; no es la primera vez que las viñetas del Príncipe Valiente me recuerdan a la película de dibujos animados del ogro Shrek, donde son habituales los guiños a los clásicos.

En los textos no he encontrado ninguna diferencia con los más modernos, bien porque en buena parte de ellos continúa siendo su creador quien los dirige o porque la historia sigue una línea que es difícil variar. En cambio, es en los dibujos donde la mano de Harold R. Foster es indiscutible; sus trazos, color, detalles..., todo me ha resultado con un gran poder de atracción, tanto que alguna de las láminas las he disfrutado por largo tiempo, recreándome en ellas por el mero placer de observar un buen dibujo.

Da lo mismo por donde te dejes caer con las aventuras del Príncipe Valiente, es indiscutible que terminas atrapado y con ganas de repetir.

Porlomenix