Night Club, volumen uno

Opinión:

Bueno, pues ya estamos. ¿Preparados? Allá vamos con mi bautizo oficial en Anika entre libros y vamos a estrenarnos con uno de mis temas preferidos: los vampiros. A estas alturas hemos visto ya vampiros de toda clase, género y condición, en libros, series, películas y cómics, pero si a Mark Millar (otro de mis favoritos en esto de los cómics) quiere ampliar su millarverso con esta temática habrá que darle cancha y ver lo que nos ofrece, que seguro que es algo bueno. ¡Y vaya si lo es!

¿Y qué es eso tan bueno que nos cuenta Millar? Pues la historia de tres chavales de unos diecisiete años que quieren sacarse una pasta como influencers o youtubers subiendo videos haciendo parkour. A la primera de cambio, el prota se queda parapléjico y en el hospital le visita un amable vampiro que tiene la gentileza de convertirle a él en otro, sanarle las heridas y darle los beneficios que conlleva el ser un no-muerto (fuerza, velocidad, poder convertirse en niebla o murciélagos,… Vaya, los «poderes» típico que todos conocemos, ¿no?)

Es un poco increíble lo rápido que el chaval, Danny, acepta ya no solo que existan tales seres sino que él mismo haya pasado a formar parte de ellos, pero bueno, hay que hacer un poder y seguir leyendo. A su vez Danny va a convertir a sus dos amigos y juntos se convertirán en un trío de superhéroes con máscaras de lucha libre mexicana (que molan que te cagas) que va ir cobrando por hacer el bien por la ciudad (echar a unos pandilleros de un centro comercial, hacer que unos ipads robados sean devueltos,…)

Sin embargo, al igual que todo superhéroe, deberán mantener su identidad en secreto y seguir actuando como «civiles» con normalidad, cosa que a veces les va a resultar complicado, y convivir con el lado malo de ser un nosferatu (tiene su gracia el momento en el que no pueden entrar en el piso de los narcos porque no han sido invitados).

El caso es que, en líneas generales, los chavales lo pasan de puta madre con sus nuevos dones, ganan pasta y pueden permitirse dejar de ser puteados por los matones del colegio. Y todo va bien, de fábula, hasta que llaman la atención de otros vampiros. Unos vampiros chungos chunguísimos de la muerte, y hasta aquí puedo contar.

Aunque este primer volumen puede leerse de manera aislada y sin lectura previa parece que Millar tiene planeada una serie de tres volúmenes, de lo cual me alegro.

En cuanto al dibujo, el español Juanan Ramírez cumple con creces a los lápices con un estilo fresco, dinámico y muy atractivo a la vista que me ha recordado en alguna viñeta al de Albuquerque en American Vampire. Además, se muestra bastante explícito en determinadas escenas gore, cosa que se agradece en este tipo de cómics y a esto ayuda mucho el gran manejo del color de Fabiana Mascolo.

Para finalizar, recomiendo este "Night Club" a todo aquel que disfrute con enfoques novedosos del tema no-muertos, o incluso de los superhéroes (hay algo también de Spiderman en este cómic), o, en general, de una historia muy disfrutona.

Diego Palacios