Mi primer viaje a USA

Opinión:

El título original de este libro no era "Mi primer viaje a USA". Cuando se publicó en 1967, apenas dos años después del viaje de Carmen Laforet a los Estados Unidos, la editorial Planeta le impuso el título de "Paralelo 35", por ser el paralelo más próximo al trayecto que había recorrido la autora. Cuando la obra se reeditó en 1985, Laforet suprimió el prólogo que acompaña a la primera edición y retituló el libro como "Mi primer viaje a USA". La editorial Menoscuarto ha decidido, con mucho acierto, respetar el título designado por la autora para la reedición de este libro, que se une a las "Siete novelas cortas" y a los cuentos completos en la magnífica labor de rescate de esta autora. Durante décadas, los manuales literarios y los planes docentes han reducido la obra de Laforet a su primera novela, "Nada", con la que ganó la primera edición del Premio Nadal en 1944. Sin embargo, la conmemoración del centenario de la autora en el año 2021 ha permitido rescatar algunas de sus obras olvidadas, en especial aquellas que escribió en el complicado género de la no ficción: tanto artículos (pienso en el maravilloso "Puntos de vista de una mujer" que han editado Ana Cabello y Blanca Ripoll) como libros de viajes.

La publicación de "Mi primer viaje a USA", por lo tanto, es idónea para continuar con esa estela de publicaciones laforetianas que se inició el año pasado. En esta obra, Laforet recopila las crónicas que escribió para el diario "La Actualidad Española", contando su largo periplo por los Estados Unidos en 1965, invitada por el Departamento de Estado. La fecha es pertinente: apenas habían pasado dos años del asesinato de Kennedy, Lyndon B. Johnson acababa de tomar posesión del cargo de presidente, Malcolm X había sido asesinado y Martin Luther King encabezaba una serie de huelgas antisegregacionistas. Carmen Laforet, con la misma perspicacia social que demostró en sus novelas, explora las consecuencias de estos acontecimientos en la sociedad americana: visita la tumba de Kennedy y, en especial, recopila toda una serie de testimonios y opiniones sobre la tan discutida cuestión racial en Estados Unidos. El recorrido que lleva a cabo la autora, guiada primero por Miss P.B. y luego por Eliana, las dos traductoras contratadas para acompañarla, transcurre a través de casi todo el país: se inicia en Washington, y avanza por Filadelfia, Boston, Chicago, Springfield, Kansas City, Boise, San Francisco y Los Ángeles; luego continúa a través del Cañón del Colorado, en dirección a Santa Fe; sigue por Houston, Nueva Orleans, Cabo Kennedy, San Agustín y finalmente concluye en Nueva York.

Desde las primeras páginas de estas crónicas, Carmen Laforet se propone relatar sus aventuras americanas "con el mismo espíritu de los viajeros que atravesaron las selvas sin conocer el idioma de los indígenas". Asume, por lo tanto, un rol similar al que adoptaron los cronistas de Indias; pero, consciente del imaginario mitológico que tanto condicionó las exageraciones de Colón o de Cortés, ella asume una mirada aséptica, sin apenas filtrar un juicio de valor o una opinión personal en sus crónicas. Cuando atraviesa el barrio negro en Washington junto a una alumna del Trinity College o cuando visita la espléndida granja de Mr. y Mrs. Marvis en Illinois, Carmen Laforet se limita a apuntar las cosas que ve, los comentarios que oye, las costumbres y las tradiciones que presencia y las huellas de la cultura española y del colonialismo, pero siempre sin ofrecer su opinión. En Los Ángeles, por ejemplo, relata con el mismo tono su paseo por Disneyland y su posterior visita al Goddard Space Flifht Center de la NASA. Ciertamente, no hay pasión ni emoción en las crónicas americanas de Laforet, pero lo que sí hay es información.

Al asumir el cometido de transmitir a sus lectores todo aquello que ella misma contempló y aprendió durante su viaje por los Estados Unidos, Carmen Laforet nos ofrece en algunos capítulos auténticos relatos informativos como los que podríamos encontrar en un ensayo de historia o en un museo: nos expone las corrientes morales que se debaten en la universidad americana -libertinaje y puritanismo-; nos explica la historia familiar de Charles Lubin, que se enriqueció en Chicago con un negocio de panaderías; nos introduce en los lazos que emparentan al País Vasco con Boise, en California; e incluso nos explica la historia del oeste americano y de sus misiones religiosas.

En cualquier caso, creo que para cualquier lector que conozca la obra de Laforet y sus relaciones con el contexto literario de su época, el capítulo más esperado de "Mi primer viaje a USA" es su encuentro con Ramón J. Sender, con quien empezaría una estrecha amistad, tal y como refleja su epistolario publicado.

En definitiva, en este libro coinciden el rigor de una sabia cronista, la curiosidad de una auténtica aventurera y la diplomacia intelectual de quien se ganó un puesto privilegiado en las letras españolas contemporáneas.

Darío Luque