La desaparición de Josef Mengele

Opinión:

Desde siempre me han gustado las películas, libros y series (sí, amigos, series ha habido siempre, no es una cosa de ahora con Netflix y Amazon) que tratan de la Segunda Guerra Mundial. No por la contienda bélica, ni las estrategias militares, ni por los avances que se produjeron ni la mucha sangre, el sudor o las lágrimas. No. Me gustan por la parte humana. Por la de las injusticias que se hicieron con judíos, gitanos, comunistas, sindicalistas, homosexuales, testigos de Jehová, los disminuidos físicos y psíquicos, enfermos, mutilados, asociales y enemigos políticos. Personas separadas de sus familias, que… bueno, ¿qué voy a contar a estas alturas que no se sepa?* Y si alguien no lo sabe ahí tiene Google y películas como La lista de Schindler.

Me gustan por la parte humana, decía, porque me llenan de ira y de unas ganas de querer cargarme a toda esa panda de cobardes vestidos de Hugo Boss y de hacer boicot a empresas como Allianz, BMW, Bayer, BASF, Kodak, Nestlé, IBM, Fanta, Deutsche Bank… Y, aunque estas empresas se fueron de rositas, me gustan porque al final los hijoputas nazis perdieron, no como en España. Muchos se libraron, pero muchos también fueron juzgados y condenados, y otros tuvieron que huir al extranjero.

Algunos de estos que huyeron fueron atrapados por los «cazanazis» que surgieron para hacer pagar a los cabrones por sus crímenes. Otros vivieron a cuerpo de rey como si no hubieran tenido nada que ver con el Holocausto. Me encantaría saber que muchos lo pasaron mal, como el caso que se cuenta en este "La desaparición de Josef Mengele", aunque el mal no sea comparable al que infligieron a sus víctimas.

El doctor Mengele, conocido como el Ángel de la Muerte, realizaba experimentos genéticos con humanos, sobre todo con gemelos. En Internet también se puede buscar información sobre el amplio catálogo de horrores. Por desgracia, este cómic no trata de nada de esa época pasada (que lo haría más interesante), tan solo se da cuenta de unos breves esbozos, no es eso lo que quiere contar. Arranca en el momento en el que Mengele pisa Buenos Aires. En Argentina acogen con los brazos abiertos, Perón es un devoto de Alemania y está convencido de que las exfiltraciones ayudarán a convertir el país en una gran superpotencia a la vez que los exiliados germanos prosperan en sus negocios y confían en el levantamiento de un cuarto Reich.

«Buenos Aires está repleto de nazis alemanes, fascistas italianos, ustachas croatas, franceses de Vichy, rexistas belgas, falangistas españoles…»

Mientras tanto, Alemania de puertas afuera persigue a los criminales nazis pero de puertas adentro les ayudaba económicamente para que no les faltara de nada.

Vamos a asistir al retrato de un monstruo que en ningún momento se arrepiente de sus actos y que va a ir de país en país huyendo ante la más ligera sospecha de que alguien le reconozca y se vaya de la lengua. Veremos la insoportable desolación que acumula en su persona, cuando poco a poco, su mujer e hijos le abandonan y rehacen sus vidas muy lejos de él, en Alemania, mientras él tiene que conformarse con compartir terreno y casa con húngaros pobres y mulatos analfabetos y ver cómo su familia los enriquece a cambio de un buen techo y comida caliente.

«Y estoy completamente solo. Relegado al otro extremo del mundo como un paria, en un barrio sucio y miserable plagado de bichos y ratas, con un tráfico demencial y cortes constantes de electricidad…»

Simultáneamente veremos cómo los esfuerzos israelíes por cazar a los gerifaltes del Tercer Reich, tanto a Mengele como a Eichmann van estrechando el cerco de ambos. Cuando finalmente atrapan a este, lo juzgan y lo ahorcan, Mengele va a entrar en barrena convirtiéndose en una persona paranoica que va a ser rechazada por cada vez más y más gente, hasta quedarse en la soledad más deprimente y asfixiante.

«Todos se alejan de mí. A veces pienso que sería preferible desaparecer. Y me lo planteo».

Con un estilo que a menudo me recordaba al de Hugo Pratt en Corto Maltés, y unos tonos oscuros que remarcan la decadencia y soledad general de este tomo, Jörg Maillet consigue dotar a la historia de un realismo sucio que fascina, a pesar del contenido de la misma.

"La desaparición de Josef Mengele" es un buen cómic para quien ya conozca al personaje pero no su vida de después, la que llevó de «civil». Pero si alguien quiere saber porque se hizo tan famoso, y conocer sus experimentos en profundidad, debería abordar otras fuentes.

*Básicamente lo mismo que ahora hacen los judíos con los gazatíes.

Diego Palacios