La dama de la Judería

Opinión:

"La dama de la judería" es la segunda novela de carácter histórico de esta joven autora que nos vuelve a transportar como lo hizo en su primera novela, "La última sultana", a la época medieval, concretamente al año 1480, en un contexto histórico con los Reyes Católicos en el reino, con una guerra civil que había tocado fin apenas hace un año, y una ciudad de Sevilla donde las persecuciones entre cristianos y conversos (judíos convertidos al cristianismo no por renegar a la fe de su linaje, sino por mantener sus tierras y derechos y, sobre todo, su vida) están a punto de estallar. 

La población judía se mantenía dentro de sus límites de la ciudad y muchos de ellos con miedo a traspasarlos. Entre la calle Santa Cruz y la de Santa María La Blanca había un espacio estrecho por el que todos transitaban y nadie se detenía, excepto dos jóvenes amantes, Susona de Susán (15 primaveras), a la que apodaban La Bella de la Judería, hija de un mercader converso al cristianismo, y Nuño de Guzmán (17 años) primogénito de Los Guzman, de linaje noble y cristiano, viéndose en secreto a la medianoche como dos almas escindidas que se buscaban con el único propósito de encontrarse en una época donde el amor es un sentimiento que, en boca de Los Guzmanes, "no podemos permitirnos los que tenemos un deber para con nuestras familias, para los que hemos de preservar un legado".

Las habladurías decían que Susona era preciosa, pero también soberbia con los hombres, combinación peligrosa dada su condición de mujer; Nuño de Guzmán sería el único que la haría vacilar pese a estar acostumbrada a lisonjas de otros muchos que habían tratado de cortejarla. Se habrían podido escribir ríos de tinta si hubiese ella consentido. 

Nuño de Guzmán provendría de una familia de grandes señores, cristianos, con títulos y posesiones, escudos de armas y contactos con la realeza, a la que habían desposeído de fortalezas y propiedades en distintas villas, siendo la más noble el Alcázar de Sevilla. El afán de su padre, Enrique de Guzmán, era congraciarse con la corte, recuperar el poder perdido ante la reina Doña Isabel prestándole su apoyo y recuperar las propiedades que les habían sido arrebatadas. Para ello utilizaría a su primogénito y la forma de hacerlo sería limpiando el barrio de la judería y delatando ante la reina a conversos, esos que dicen ser cristianos nuevos, pero continuaban judaizando en secreto dentro de la judería. Esto implicaba a "Los Susán". 

Por su parte, los vecinos de la judería no eran ajenos al desprecio que causaban, y ante la amenaza de una nueva inquisición, fraguarían una conjura contra cualquier estirpe y linaje de los cristianos viejos y la Corona, y liberarse del yugo que les oprime a la par de una venganza por cada agravio padecido. Esto implicaba a "Los Guzmán". 

Una petición de lealtad entre los amantes. Una prueba de amor que llevaría a derramar más sangre entre esos muros, reavivaría el odio y no traería más que desgracias y penurias cuando el pueblo judío aquejaba de heridas todavía sangrantes. Una prueba demasiado exigente como demostración de su amor. Ambos se inclinarán en la peligrosa balanza del bien y el mal, sin saber qué era lo correcto y lo incorrecto en sus deberes. "Amar y no deber", "amar y no poder"; una guerra interna que poco a poco les iba ganando terreno, aunque lo que guardaba su corazón luchaba por imponerse. ¿Traicionarán a sus raíces por su amor? o ¿renunciarán a su amor por su linaje? Quizá se traicionen a ellos mismos porque "no hay mayores locuras que las generadas por la ceguera del amor" y, ¿qué no sería capaz la enamorada Susona de hacer por Nuño de Guzmán? Sus encantos y sus promesas de amor la condenarían a una serie de pecados que la llevarán directa al infierno. 

La traición marcaría el resto de sus vidas y un coste demasiado alto: el odio y el sabor de la culpa será la consecuencia de sus actos, el castigo infligido por traicionar a su sangre:  "Malos augurios para aquellos que son traidores". Cómo sobrevivir a la traición. Hasta dónde les llevará la culpabilidad y hasta dónde estarán dispuestos a llegar por aquello que desean. A lo mejor sus almas no estaban destinadas, como predecía a Susona la alcahueta. ¿Serán capaces de salvar su amor? 

Una intensa y bella historia, llena de intrigas, conspiraciones, traiciones acechando tras cada esquina, con una muy cuidada ambientación e investigación histórica, la novela nos transportará a esa Sevilla, su barrio de Santa Cruz, el laberinto de sus callejuelas, corrales, pasadizos, sinagogas, su Alcázar, el olor a azahar, los naranjos, nobles, señoríos, condes, linajes de alcurnia, clérigos corruptos, matrimonios de conveniencia, todo ello recreado en el asalto histórico a la judería que tuvo lugar en el año 1391 en tiempos del rey Enrique III, y que se saldó, en notas de la autora, con la vida de más de 4.000 judíos. Una mezcla de acontecimientos históricos y tramas novelescas que irán in crescendo en intensidad tanto la trama como los sentimientos de sus personajes. La historia llegará a su clímax en la segunda parte y será claramente detectable porque al lector le costará dejar de leer y entrará en una angustia permanente ante los acontecimientos que ocurren hasta su frenético desenlace. 

Un final que llevaría a fraguar la leyenda de amor y traición de La Bella Susona por las estrechas calles del barrio de Santa Cruz y que llega hasta nuestros días. Aquellos que vayan por Sevilla podrán ser testigos de esta bella leyenda en un azulejo enclavado en la calle que lleva su nombre (Calle Susona). El de un amor que condujo a la peor de las traiciones. Ya se sabe:

"Quién besa al demonio, se enamora de él".

Belén Flores