JUEGO DE MANOS
Dalí,
el gran masturbador
Se ha desatado un tsunami conservador que amenaza otra vez con
el fuego del infierno a quien practique el placentero ejercicio de
la masturbación. Ir al infierno, quedarse ciego, enfermar
gravemente o quedarse calvo eran las amenazas clericales de antaño.
Hoy amenazan directamente con una marea de imbecilidades. Ni
siquiera se detienen a considerar los efectos terapéuticos de los
brindis a Onán. La ciencia y la religión, como toda la vida, siguen
a la gresca.
Unos dicen que es una forma de aborto. Otros, que es una ofensa
a la Naturaleza y a Dios. En fin, a qué seguir.
Yo no voy a defender la masturbación. Si lo hiciera, sería como
si lo necesitara, y esa actividad no precisa que nadie hable por
ella. Es tan sana, relajante, natural y beneficiosa que mil años de
amenazas no han servido para erradicarla ni para restar devotos
practicantes.
Y es que lo único cierto es que el placer carnal está en nuestra
naturaleza para usarlo; lo contrario sería como dejar de emplear
una pierna para caminar porque a un descerebrado se le ocurriera
considerarlo pecado y por la calle nos cruzáramos con nuestros
vecinos, a todas horas, avanzando a saltitos y a la parta coja.
Beatriz de Moura, recomendaba leer la literatura erótica de la
colección La Sonrisa Vertical con una sola mano. Por mi parte,
invito a todo el mundo a relajarse, tras una larga jornada de
trabajo, con un homenaje a solas; exhorto a los solitarios a no
sufrir de calenturas pudiendo apaciguarlas y sugiero a los
desocupados elevar el espíritu onanístico con juegos de manos, sin
temores. Y si ya sabemos que lo practican un 94% de los hombres y
un 85% de las mujeres, la verdad es que no sé para qué estoy
escribiendo esto. ¿Queda alguien por convencer?
Si lo hay, sólo diré que la ciencia ha demostrado que la
masturbación refuerza el sistema inmunológico, previene el cáncer
de próstata, aumenta la potencia sexual, es un antidepresivo
natural y un tratamiento relajante.
Pues hala. Deje usted de leer estas cosas, no pierda el tiempo y
pase a la acción. Sin complejos.
Antonio
Gómez Rufo