REGALOS DE NAVIDAD
En Navidad nos hacemos regalos. Algunos son materiales; la
mayoría son afectivos, emocionales. Y todos son bienvenidos.
Este año que acaba no ha sido el mejor de los posibles, en
general para todos, y en particular para mí. Cierto que he
publicado la que, para mí, es mi mejor novela: "La camarera de Bach"; y que he
estrenado con éxito y gratitud del público mi primera obra de
teatro, "Intimísimas", el pasado verano en Valencia y en diciembre
en Madrid. Y, sobre todo, por los éxitos personales y laborales de
mi hija.
Sí, es así; y por ello debería decir que ha sido un gran año.
Pero no lo ha sido: el dolor de muchos amigos por quedarse en el
paro, la corrupción pública que ha llegado hasta los lugares donde
menos pensaba y esperaba, la perversión ideológica de los políticos
en los que confiaba y, mucho más importante, algunas muertes
prematuras e imprevistas de amigos y algunos trastornos de salud
han empañado el que podía haber sido un año sosegado.
De todos modos, he recibido un regalazo que no deseo conservar
en el ámbito de lo privado porque me ha producido una emoción muy
especial.
Se trata de una carta. De una carta que me ha enviado una de las
personas que más admiro y respeto. En España, lo he dicho muchas
veces, quedan muy pocas cabezas privilegiadas, pensadores de
hondura, gente en las que confiar, intelectuales de peso, personas
honradas, inteligentes, sabias, confiables, cultas y que merecerían
estar a la vanguardia de nuestras vidas para que nos señalaran el
camino y que España fuera un país a respetar y a valorar.
Hay muy pocos así, lo repito. Uno de ellos es Raúl Morodo; otro,
José Antonio Marina. Y otro, para mí el más grande, es el
profesor Elías Díaz. Quizá no se le conozca mucho,
tal vez porque la inteligencia es cualidad que anida en los
modestos. Pero Elías Díaz es, para quien no lo sepa, catedrático
emérito de Filosofía del Derecho en la Universidad Autónoma de
Madrid, doctor Honoris Causa por la Universidades Carlos III, por
la de Milán, y por las de Granada y Alicante. Fue director del
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, fundador de la
Revista Cuadernos para el Diálogo, director de la revista Sistema y
Premio Internacional de Ensayo Caballero Bonald, además de autor de
docenas de libros y artículos en los mejores periódicos europeos.
Su obra, "Estado de Derecho y Sociedad Democrática" es un ensayo
trascendental.
Pues bien, acabo de recibir una carta suya que transcribo
íntegramente porque la considero mi gran regalo de Navidad y quiero
compartirlo con mis lectores. Sé que al gran Elías Díaz, al que
tantísimo cariño tengo, no le parecerá mal. Dice así:
21-XII-2014
¡Querido Antonio!
¡La camarera de Bach declarado libro de texto para la
historia del siglo XVIII europeo y para la filosofía de la
Ilustración! ¡Con la ventaja de que se lee como una novela! Y,
además, trata del punto débil de aquella: la
diferenciación/negación de la mujer. Hasta el propio Kant (1726) y
su "sapere aude" -atrévete a leer-, en la versión básica de Madlene
Findelkind. Por cierto, que poco se "mojaron" los enciclopedistas
presentes en el juicio o fuera de él, excepto el bueno de George
Leclerc, Conde de Buffon, con su sabia utilización de la famosa
marquesa de Pompadour cerca del ridículo Luis XV. Nos permitiste
llegar felices al final (privilegio tuyo, ¡creador!) con la
manifestación de las trabajadoras en la misma boda y con la
Passacaglia del gran (aún más para Madlene F) Johann Sebastian
Bach. Me ha sorprendido que nadie en el siglo XVIII parezca
conocerle y, sin embargo, todos a Carl Phillipp Bach.
¡Qué vorágine de vida -terrible y seductora- la de nuestra
Madlene! ¡Lo impondré como de obligada lectura para las amigas
feministas y demás! Te felicito, por la forma/fondo, con los
mejores deseos -fechas- para el final del 14 y del, muy difícil,
2015 que se nos echa encima. Un fuerte abrazo, Elías.
Así es mi gran regalo. ¡Gracias, profesor!
Texto y foto: Antonio
Gómez Rufo