La novela olvidada en la casa del ingeniero

Opinión:

La nueva entrega de la académica Soledad Puértolas (Zaragoza, 1947), autora de clásicos contemporáneos como Queda la noche o Todos mienten, mantiene el nivel correcto y reposado de sus últimas entregas ("Cuarteto", "Música de ópera"). En ella juega con los mecanismos de la ficción, en una historia de narraciones que se entrelazan  a partir del conocido mecanismo del manuscrito encontrado.

"El manuscrito encontrado en esta casa del ingeniero" está narrado por Leonor, una voz femenina enigmática, que se convertirá en el principal misterio y eje central de la trama. A medida que Mauricio profundiza en el texto, se enfrenta a preguntas sobre la autoría, la veracidad y el valor literario de la narración. No parece necesario recordar la habilidad de Puértolas para crear una prosa elegante, bien medida, y su capacidad para la observación y el detalle minucioso. Como en tantas obras anteriores de la novelista zaragozana, la trama metaliteraria esconde reflexiones sobre la memoria, la identidad y el poder de las historias para dar sentido a nuestras vidas.

Novela dentro de otra, iremos descubriendo caminos nuevos de manera paulatina que nos llevarán a la disputa de una herencia, romances, crímenes, intrigas y situaciones que exploran las distintas posibilidades de la ficción, como si se tratase de un catálogo de posibles salidas novelescas que se presenta ante el lector para que se quede con lo que guste. Hay un homenaje al Madrid de la Transición que se hace pronto patente, y una sensación de nostalgia de otro tiempo que invita al recuerdo y la recreación.

Reflexiones sobre la creación literaria, la juventud, los lazos familiares y ese tema de eterno interés que es el paso del tiempo y que tan buenas páginas ha poblado en el legado de Puértolas. "La novela olvidada en la casa del ingeniero" es una lectura con la que podemos disfrutar del arte de contar historias, un homenaje a la creación literaria y su poder para transformarnos y, en algunas ocasiones, mudar incluso nuestras circunstancias.

Rafael Ruiz Pleguezuelos