Una mujer escribe

Opinión:

Siempre me gusta leer el punto de vista femenino y, en lo que se refiere a los primeros años de colonización de América, no hay demasiados, así que este libro me llamó mucho la atención. La cuestión es que no acabo de ver el punto de vista femenino y, cuando lo veo, no cuadra con el supuesto objetivo del escrito.

Se nos presenta a una protagonista que va a las Indias arrastrada por su padre, que la casa para medrar con un oficial. Esa primera narración sobre su vida antes de llegar sí que aporta el punto de vista de una mujer de condición humilde, pero si hacemos caso al objetivo del texto, que es supuestamente defender a su marido de las acusaciones, tenemos casi setenta páginas de narración que no cuadra: es una autobiografía, no algo que se presentaría a las autoridades para defender a un marido contando cómo llegó a casarse con él.

Después de casada, salvo algunas menciones a los partos, a cómo montó la casa o a algunas dificultades generales que tuvo la población para asentarse, sufrimientos que compartió en mayor o menor medida con el resto, el punto de vista de la protagonista se diluye. Se da paso entonces a la narración de los hechos: las disensiones internas, el clima de terror por las distintas facciones, los ataques de los indios...

Una narración que sí que tiene sentido en el contexto de un memorial de descargo, en el que la mujer estaría contando todo lo que pasó, con información de segunda mano, ya que ella en ningún momento intervino en la acción. Llega a contar qué pasó exactamente en las exploraciones, por ejemplo, detallando cada paso del camino, cada traición... aunque ella, obviamente, se quedara en el asentamiento.

Así pues, tenemos por un lado pinceladas que no nos acercan a la protagonista ni a su día a día más allá de unos pocos acontecimientos y menciones (de la relación con el marido poco sabemos, salvo que en algún momento se cogen cariño, y de los hijos apenas sabemos sus nombres, por poner algunos ejemplos). Por otro lado, encontramos una narración de sucesos que podrían proceder tanto de la mujer del capitán como de uno de sus hombres o de cualquiera que hubiera estado en el asentamiento y apoyado a esa facción, salvo en lo referido a los años previos al matrimonio.

Señalar también que, aparte de eso, el tono usado no es el de una campesina. Cierto que aprendió a leer y escribir por circunstancias, pero rechina un poco que una mujer en esa época, con ese origen, que esconde su habilidad con las letras y sin más lecturas en treinta años que un libro de romances, presente los hechos de una forma tan burocrática.

Por otro lado, la narración de cómo los castellanos se enfrentaban por el poder, algo de lo que tampoco se habla demasiado, es interesante, así que no me arrepiento de haberlo leído.

Déborah F. Muñoz