Un jardín en Granada. La fruta prohibida de Al Ándalus

Opinión:

La mirada se vuelve reflexiva, deja de ser la mirada curiosa del turista ansioso por fotografiarlo todo -no es turista quien decide vivir en un país que no es el suyo-; la mirada salta la tapia de un típico, tópico, necesario e imprescindible carmen del Albaicín, recorre la inmortal Granada, da la espalda al presente, retrocede y se pierde en el pasado andalusí, regresa para soñar con un futuro alternativo.

A través de los ojos de un americano la historia de España no se ve mejor, se contempla de una forma diferente, porque sus dudas huyen de respuestas pudorosas, timoratas, revanchistas, miopes, cegadas por una concepción monocroma del mundo y la política. Nos guste o no, los españoles somos herederos de una Historia que endiosó a criminales y fanáticos y se olvidó de los hombres y mujeres que dieron a la Humanidad lo mejor de sí mismos; una Historia que, en el peor de los casos, cosificó o justificó la quema en la hoguera de quienes pensaban, hablaban o rezaban de forma diferente. Por tanto no está mal, nada mal, que alguien nos recuerde de dónde venimos y cómo logramos llegar hasta este punto.

Los hay que se sienten atacados, a los que les duele su patria cuando un extranjero escribe sobre sus miserias y hasta sobre sus grandezas. A todos ellos recomiendo la lectura de "Un jardín en Granada", puesto que dentro de una patria hubo, hay y habrá muchas otras a las que se debe y puede comprender y admirar.

Nightingale canta y cuenta la gloria de quienes llegaron a dar su vida para que la sociedad avanzase; no cae en el mito del paraíso andalusí ni en el de la convivencia idílica, pero entiende como pocos que la Historia no se concibió para que unos y otros nos la arrojemos a la cabeza, sino para comprenderla, compartirla y amarla, lo que en mayor o menor medida supone amarnos.

"Un jardín en Granada" no representa una investigación ni un tomo enciclopédico al uso, es una obra de divulgación, un libro que me ha hecho preguntarme cuánta verdad hay en lo que aprendí en el colegio y cuánta en lo que enseñan a nuestros pequeños, por qué y a quién dedicamos plazas o em honor de quién erigimos. La obra de Nightingale no cambiará nuestra historia, pero nos permitirá contemplarla desde ángulos diferentes.

Jorge Juan Trujillo Valderas