solos

Opinión:

La novela de Adam Baker se desarrolla en un escenario sin duda poco común: una plataforma petrolífera medio abandonada en el Ártico. En ningún momento perdemos de vista esa atmósfera de hielo y frío que rodea a los protagonistas, ni la sensación de abandono que transmiten unas instalaciones que contaban en sus mejores tiempos con más de tres mil empleados. Cine, peluquerías, tiendas, emisora de radio… e incluso su propia policía convertían aquella plataforma en una pequeña ciudad.

Tampoco los protagonistas son los habituales. Una de ellas es una mujer con problemas de obesidad que es el capellán de la plataforma, y el otro un hindú que trabaja en mantenimiento, en las tripas de la construcción.
 
El grupo de quince personas no es homogéneo, ni todos afrontan de igual modo la situación en la que se encuentran. Están los matones, los entregados, los audaces y los egoístas. Cada uno trata de sobrevivir de la mejor manera posible, no solo enfrentándose a la escasez de provisiones, al frío o a la imposibilidad de abandonar la plataforma. También deberán lidiar con la misma enfermedad que se propaga por el mundo, y que llega a bordo de un trasatlántico a la deriva. 
 
Adam Baker conduce la historia a través de una espiral de tensión continua, manteniéndonos pegados a sus páginas. Los problemas van sucediéndose y los protagonistas van sorteando los distintos obstáculos con ingenio y decisión, y aunque el final no termine de convencerme consigue que les tomemos simpatía y que nos identifiquemos con ellos.
 
Otro aspecto en el que el autor se muestra original son esos zombies que llegan al Ártico, aunque en ningún momento se utilice ese sustantivo. Muertos vivientes que van convirtiéndose en metal y con unas ansias descomunales de morder y rasgar. Resultan escalofriantes. 
 
Adam Baker, que trabajó como sepulturero y como encargado en un depósito de cadáveres, firma una primera novela inquietante y perturbadora, un thriller apocalíptico repleto de acción que funciona muy bien y cuya lectura es imposible abandonar. 
 
Pilar Alonso Márquez