Solaris
Título: Solaris
Título Original: (Solaris, 1961)
Autor: Stanislaw Lem
Editorial:
Impedimenta
Copyright:
© Barbara Lem and Thomas Lem, 2011
© Editorial Impedimenta, 2011
Prólogo de Jesús
Palacios
Edición: 1ª Edición, 2011
ISBN: 97884151130093
Tapa: Blanda
Etiquetas: ciencia ficción sci-fi clásicos literatura polaca novela literatura ucraniana
Nº de páginas: 294
Argumento:
Kris Kelvin llega a Solaris en calidad de investigador de los tres
habitantes de la estación espacial del planeta acuático. Allí
tomará contacto con el insondable misterio que rodea la propia
existencia y morfología de Solaris, pero también con la locura y el
desequilibrio que parece provocar en los tripulantes encargados de
estudiarlo y con algunos fantasmas del propio pasado con los que no
contaba.
Opinión:
Leer Solaris en una playa domesticada, rodeada de seres
humanos en bañador y palmeras raquíticas bajo un cielo azul
turquesa tiene algo de paradójico para mí. Desde niña arrastro un
miedo cerval al espacio, basta con imaginarme viajando en una
gélida nave espacial hacia el enorme agujero negro del cosmos para
echarme a temblar. El silencio del universo ejemplifica mejor que
ninguna otra cosa, en mi opinión, lo desconocido en su sentido más
desasosegante: la ausencia de sonido, la oscuridad, el vacío
infinito, la hostilidad de los planetas no habitados, el vértigo de
estar solos, o la sospecha de no estarlo, son algunos de los
aspectos que siempre me han causado pavor, cuando pienso en ellos.
Y justo ahí, a ese mundo negro, tan abierto que provoca
claustrofobia, me he visto transportada cada vez que volvía la
vista, desde la cálida playa ibicenca a las páginas misteriosas,
turbadoras, de Lem.
Frente a la naturaleza degradada de un paisaje marítimo sometido, la inexpugnabilidad de un astro rodeado de agua caprichosa. Una inteligencia no humana que parece juguetear con los hombres que se le acercan, y que siempre son conscientes de la inutilidad de su intento por conocer Solaris. Se queda corto quien piensa que Solaris es solo un libro. Solaris no es sólo una novela. Es un mundo completo y sin embargo siempre vedado que va emergiendo ante nuestros ojos gracias a, sobre todo, dos cualidades del escritor polaco Stanislaw Lem: por una parte está la solvencia imaginativa de la que el autor va dando muestras en cada uno de los párrafos donde se menciona al planeta, un lugar que se diría no creado, sino vivido por él. Junto a ese despliegue de fantasía plástica, al lado de esa capacidad de ver y hacer que veamos su Solaris, Lem atesora una erudición teórica no menos inventada, pero al mismo tiempo razonada, verosímil. Creo que si algo hay complicado en la labor del escritor es, sobre todo, dotar de consistencia a un personaje. Qué duda cabe de que Solaris lo es. Pero a esa dificultad primera habría, en este caso que añadir el hecho de que nuestro personaje es un ente no orgánico, en apariencia, un escenario, un lugar. Pienso, sin embargo, que todo el que se acerque a la novela recibirá una clase magistral acerca de la creación de un protagonista al que no oiremos hablar, al que no podremos mirar a los ojos, pero eso es lo verdaderamente inquietante: que sepamos que existe, que es, que está, nos mira, nos habla, y, a su terrorífica manera, siente. Y todo gracias a la extraordinaria habilidad de Lem para crear lo que no existe y construir una teoría, o varias (toda la biblioteca solarística, en realidad) en torno a ese ser no humano que atrae al hombre como una lámpara al insecto que no sabe resistirse a la fascinación de una luz fatal.
Por descontado que Solaris es una joya de la ciencia ficción. Ningún amante del género lo será si no la ha leído, y los que ya la conozcan deberían probar con una segunda lectura, ahora que Impedimenta ha acometido la necesaria labor de traducir, por primera vez, esta pieza asombrosa de Lem, directamente del polaco. Pero es que, además, tengo el convencimiento de que Solaris no es sólo eso, un libro que habla de un planeta peligroso en tanto ente superior al hombre. Contiene, junto a esa trama principal de la visita de Kris a la estación espacial de Solaris, la más bella historia de fantasmas que yo he tenido ocasión de leer, una pieza tan delicada, tan triste y completa que puede leerse como una mininovela, con sus personajes, el propio Kris y su esposa Harey, su propio argumento, "¿Qué harías si el amor de tu vida volviera del Más Allá sin saber que ya no está entre los vivos?", y su propio desenlace, que os invito a descubrir y disfrutar.
Un texto envolvente, una obra de ficción que aterra por toda la verdad que acertamos a atisbar, bajo el complejo artificio narrativo. Un libro en el que un planeta se convierte en ciencia, en tema literario, en obsesiva búsqueda de respuestas pero, también, en una posibilidad de redención para el hombre postcientífico que peregrina hasta Solaris, como si fuera a encontrar en él al Dios que necesita y en el que ya no le está permitido creer.
Kali
Este libro hay que leerlo te guste o no la ciencia ficción. Este libro hay que leerlo porque te resuelve pocas dudas y te crea un mar de ellas. ¿Cuáles son los límites del hombre? ¿Existe una realidad objetiva o la realidad depende de como la perciba cada individuo?, ¿Puede el ser humano discernir el universo sin una visión antropomórfica?, ¿puede existir un dios imperfecto, evolutivo, amoral?, ¿Somos realmente individuos únicos, imposibles de calcar?, ¿Cómo hemos podido avanzar tanto sin llegar a conocernos primero?... Un libro para reflexionar, muy fácil de leer, increíblemente ligero, con muchas capas.
Gacela
Yo he leído el libro después de ver la película protagonizada por George Clooney, motivada por dudas que me dejó la película (para que luego digan que el cine y la literatura son incompatibles... a veces uno te lleva a la otra!!).
También creo que la parte más interesante del libro es la de la relación de Kris con su mujer, y en general, la parte en la que los distintos personajes interrelacionan... y me hubiera gustado que el libro se detuviera más en explorar esa parte de la historia, prescindiendo de unas descripciones que a veces se hacen un poco pesadas (en mi opinión). Sin embargo, a pesar de esos párrafos que yo acabé encontrando superfluos, el libro merece la pena y se lee con interés, además de que encuentra una atemporalidad en preguntas que siguen rondándonos... los deseos de las personas, sus carencias, los recovecos de nuestras mentes, la insistencia en entender que el mundo ha de estar hecho a nuestra medida... El libro plantea más interrogantes que respuestas, y hasta eso se agradece, que pretenda cuestionar más que iluminar.
Akydes
NOVELA FANTÁSTICA, AUTÉNTICA OBRA MAESTRA. Me gustó tantísimo, y me metí tanto en la historia, que la leí del tirón. Es realmente sensacional. Es increíble la disciplina "solarista" que inventa Stanislav Lem acerca de todos los estudios, observaciones y experimentos realizados en el planeta: está descrita con tal lujo de detalles, que da la sensación de ser tan real como cualquier otra rama de la ciencia.
El bueno de Clarke debería aprender un poco de estos ejemplos para saber cómo hay que contar una historia del "futuro" sin que ésta vaya orientada descaradamente a lectores del "presente".
En definitiva, una novela recomendable como la que más, que plantea algunos conceptos interesantísimos, tales como los nuevos modelos de vida "extraterrestre", que pueden presentar patrones de comportamiento tan insospechados como diferentes son éstas formas de vida de las que conocemos. MAGNÍFICA.
Guillermo Gómez Tortosa
Me importa un rábano si es un "fallo" situar una biblioteca en una nave espacial. Me da lo mismo tener que leer descripciones detalladas de procesos imaginarios de rebuscados nombres. Lo que fascina en "Solaris" no son las descripciones tecnológicas, ni su realismo o falta de él al narrar las peripecias del protagonista. Lo verdaderamente fascinante de la novela es que propone una realidad que trasciende las posibilidades de nuestra imaginación y nos abre mundos insospechados, nos suscita preguntas... Sencillamente, nos vuelve la cabeza del revés, y eso, sólo lo saben hacer los más grandes.
Dmitri
Aburrido. Aparte las deficiencias tecnológicas, que son perfectamente asumibles, el libro tiene un montón de páginas que sobran, que no son esenciales ni de lejos para que el autor nos transmita su idea. Un ejemplo son las descripciones del planeta en cuestión. No dejan de ser un ejercicio de imaginación de Lem que no lleva a ningún sitio, sólo a aumentar el grosor de la novela.
Lem quiere que pensemos que el planeta está vivo y quiere interactuar con los colonizadores, pero... ¿es realmente necesario perderse en disgregaciones sobre las "simetríadas"? Para mí, se trata de un libro filosófico, pero está tan mal enfocado que a duras penas se hace interesante. Eso sí, tras haberlo leído, el cerebro se encarga de separar la paja del grano y por lo menos sí que deja un pequeño poso en él; no es de esos libros que los olvidas al instante porque algo transmite, pero es aburrido.
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