Siete sobres

Opinión:

Alguna vez, en otro medio, he arremetido, con total justicia, objetividad e imparcialidad, contra las fajas de los libros. Unas fajas que mienten y exageran casi tanto como Carlos Herrera prometiendo pedir asilo en Somalia. Y eso es lo que pensé al leer la trasera de la faja de este "Siete sobres" ante la rotunda afirmación «Atrévete a leer la novela de la que todo el mundo habla». Vamos, todo el mundo menos el amplio círculo de lectores con el que comparto conversaciones literarias día sí y día también. Pero vaya, no me quiero extender más sobre el manido tema de la promoción engañosa porque lo cierto es que, aunque no sea un libro del que todo el mundo hable, su lectura me ha proporcionado tres buenas tardes.

Vamos al grano. Esto va de una especie de mezcla entre un Gran Hermano cabrón y El juego del calamar. Más o menos. Siete amigos que se conocieron al formar un grupo de estudio mientras estudiaban Arte en la universidad han sido seleccionados para participar en un concurso en una cabaña aislada de todo el mundo. Sin ordenadores, móviles ni ninguna otra clase de dispositivo (eso en sí mismo ya es toda una prueba) y con orden expresa de no contar nada a nadie sobre dicha participación. A los siete les han prometido que el ganador de la prueba recibirá una repugnante cantidad de dinero y ellos, como buenas personas, han creído las palabras de los organizadores.

Además tienen unas reglas iniciales y básicas: no se puede abandonar la casa bajo ningún concepto; el juego termina cuando solo queda un finalista; y hay que cumplir las reglas de los juegos que se irán proponiendo durante el concurso.

Los amigos y concursantes son: un chaval con el sueño de abrir un taller de impresión de camisetas; una chica que trabaja como dependienta en una tienda de ropa; otra que trabaja de camarera y estudia un máster; otro que quiere abrir una escuela de maquillaje; otro que trabaja como mecánico en el taller de su padre; otro en paro que se dedica a jugar a la consola y otra que es la única que se acerca un poco a lo que han estudiado ya que trabaja en una galería de arte, aunque como recepcionista.

Muy pronto van a entender que no seguir las reglas o perder los juegos tendrá unas consecuencias que no esperaban, y muy pronto también vamos a descubrir que todos ellos arrastran una mochila de traumas y secretos capaces de herir a ellos mismos y a los demás. Vamos, que psicólogos y psiquiatras se pegarían por que cualquiera de ellos fuera paciente suyo.

Y hasta aquí, que no es cuestión de destripar la historia. Una historia que se lee con un interés que va en aumento, que te atrapa y no te suelta. A ello ayuda la ausencia de descripciones (algo que para mí no es un problema, pero que puede serlo para mucha gente) y los capítulos relativamente cortos.

«Desde que ha pisado la cabaña, no hace más que intuir que algo va mal. Quizá tanto tiempo gastado en leer historias de terror en el ordenador le está jugando una mala pasada».

"Siete sobres" contiene una buena idea, potentísima, y entretenida, con un giro final inesperado (e increíble) a la que se le ven las costuras una vez concluida la lectura. Si se hubiera pulido algo más habría sido un libro brutal. Pero lo cierto es que no he logrado empatizar con ninguno de los traumatizados protagonistas de esta novela coral. Entre otras cosas, sorprende la rapidez con la que los ganadores de las pruebas se adaptan a las «consecuencias» sufridas por los perdedores.

No obstante, el objetivo de toda lectura es entretener y evadirse, y con este libro eso está asegurado, siempre que no se quiera profundizar en demasía.

Moraleja: si vas a meterte en un programa así, asegúrate de tener un pasado reluciente y, sobre todo, investiga a ese programa antes. No seas un pringado como los protas de este libro.

PD: este libro tampoco tiene nada que ver con las novelas de Agatha Christie, como se sugiere en la solapa trasera.

Diego Palacios