sex code. el manual practico de los maestros de la seduccion

Opinión:

Hay que reconocer que las mujeres llevamos años de ventaja con este tipo de historias. Desde que eres una adolescente y revistas como SuperPop te proponen consejos para robarle el novio a esa compi de clase que tan mal te cae, pasando por las revistas femeninas actuales que ofertan un decálogo para volver locos a los hombres –en la cama y fuera de ella-.

Quizá pensábamos que los hombres estaban fuera de este círculo vicioso, pero tras esta aportación vemos que no. ¡Ellos también han caído!

Mario Luna se basa en aquello de “predica con el ejemplo” para explicar el cambio vital que hizo que se convirtiera en un hombre deseado. Al iniciar el libro, él es un joven desilusionado que pagaba por obtener sexo sin complicaciones, pero tras tocar fondo decidió cambiar. En parte, tuvo mucho que ver su nuevo trabajo –animador de un crucero por Formentera- donde, además de broncearse, estaba rodeado de mujeres todo el tiempo y pudo practicar la teoría que empezaba a desarrollar.

Por tanto, Sex Code recoge muchas de sus experiencias y también de las de sus amigos. El resultado es un grueso manual lleno de siglas y palabras difíciles de recordar, por lo que los lectores deberán hacer un esfuerzo e intentar quedarse de forma general con todo lo que en él se dice.

El público mayoritario al que se dirige el autor es el “frusco” (leáse frustrado común). El cometido de Luna es conseguir que este hombre sin éxito se convierta en un gran seductor, capaz de conocer a las mujeres y descifrar lo que ellas quieren. El especialista en seducción dedica exhaustivos capítulos al cuidado físico (broncearse, depilarse, cultivar una mirada seductora, controlar la profundidad de la voz…), a los objetos que pueden ayudar a que un hombre parezca más interesante (desde un ático en la playa, pasando por un descapotable, un perro gracioso o un mechero fenomenal). Pero en Sex Code también hay – poniendo a prueba a los que dudaron de él- un gran trabajo científico, con aportaciones que intentan hacer que el hombre entienda qué cosas pone en juego cada sexo durante el cortejo – y que obtiene como resultado la máxima “los hombres se comportan como espermatozoides, las mujeres como óvulos”-.

El manual va detallando de forma minuciosa los pasos a seguir para intentar mejorar. A mi parecer, la parte más negativa es la dedicada a algunas frases que el autor considera ingeniosas o divertidas para poder seducir a una mujer.

“He perdido mi virginidad, me prestas la tuya un rato?”
“Bonitas piernas, ¿a qué hora abren?”
“Mierda, mi preservativo caduca mañana, sería una lástima dejar que se desperdicie, ¿no crees?”.

Esta parte me ha desconcertado un poco, quizá porque la que escribe no pertenece al grupo de las T10 y me horrorizaría si un hombre me intentara seducir con semejantes frases. Me parecen inverosímiles y forzadas, más bien propias de un ligón de discoteca o de un hombre que interpreta un papel agotador.

Quitando este apartado que puede que lo sea, hay que reconocer que Mario Luna no propone un libro frívolo. Al autor no se le pueden reprochar sus buenas intenciones, sus acertados ejemplos y mucho menos su investigación.

Probablemente hubiese sido más acertado que escribiera este comentario uno de los lectores que consiguió seducir a la mujer de sus sueños gracias a este libro. De hecho, le animo a que lo haga y lo comparta con todos nosotros para valorar de forma mucho más empírica la eficacia de la propuesta de Mario Luna.

Sin embargo, debo reconocer que al leerlo me ha producido un poco la sensación de déjà vu. A pesar del riguroso trabajo, no me parece que se desvele ningún gran secreto. Si un hombre intenta mejorar su imagen, ser un tanto misterioso pero al mismo tiempo accesible, supera su timidez y se arma de una seguridad arrebatadora, es bastante lógico que pueda seducir a una mujer. Así que tras leer casi 700 páginas, en mi mente ha quedado flotando la (¿ingenua?) pregunta: “Vale, ¿pero qué gran mensaje ha descubierto el autor?”. Creo que algo que en el fondo ya sabíamos todos, pero que esta vez se ha dicho respaldado por teorías y ejemplos prácticos y en voz alta.

(Mario Luna dirige talleres donde los hombres pueden aprender a seducir en ciudades como Barcelona, Madrid o Valencia. Para ampliar información: www.seduccioncientifica.com)