Anika entre libros

un hombre sin cabeza

Ficha realizada por: Patricia Esteban Erlés
un hombre sin cabeza

Título: un hombre sin cabeza
Título Original: (anibu, 2011)
Autor: Etgar Keret
Editorial: Siruela


Copyright: © Etgar Keret, 2011
© Siruela, 2011
Traducción de Ana María Bejarano
1ª Edición, 2011 ISBN: 978849841533
Etiquetas: autores escritores israelíes literatura israelí relaciones personales

Argumento:


Más de una treintena de cuentos en los que Etgar Keret vuelve a plasmar una mirada propia, humorística y llena de dinamismo del mundo israelí a través de los recuerdos de infancia y adolescencia, los viajes a Estados Unidos y la India, el mundo de las relaciones familiares y amorosas, la religión y la política etc. El humor naïf, los vuelcos a lo absurdo y lo inesperado son tan frecuentes en las narraciones de Keret como en sus trabajos anteriores, también publicados por Siruela, Pizzería Kamikaze o La chica sobre la nevera.

Opinión:


Etgar Keret  posee un talento innegable como contador de historias, un olfato finísimo para averiguar rápidamente qué debe narrarse y qué es mejor que quede fuera de una narración. Ese desparpajo a la hora de elegir los contenidos de sus cuentos, en general tan breves, alimenta en buena medida el tono, casi siempre desenfadado, cercano a cualquier lector, rayano en ocasiones en una coloquialidad que no renuncia a los tacos o las estructuras conversacionales. Keret sabe tejer sus historias y atrapar con ellas, aunque su mundo, ubicado en un Israel marcado por la presencia del ejército, las confrontaciones religiosas y unas tradiciones profundamente arraigadas, pueda parecernos en principio tan lejano, tan difícilmente conciliable con el nuestro. Es un don, ese saber universalizar lo narrado, hacer que sintamos como próximas las voces de esos personajes apegados a una forma de vida, a unas costumbres tan distintas, pero lo cierto es que lo consigue gracias, en parte, a esa cercanía desde la que enfoca la escritura de sus historias y al dinamismo de cómic o videoclip que es la nota predominante de sus cuentos.

Uno se anima a leerlo porque sabemos que muchas de sus tramas, directas y muy atractivas en sus planteamientos, suelen reservarnos la sorpresa de un golpe de humor o un viraje a lo fantástico o lo absurdo que el autor sabe implantar en el relato sin que resulte forzado. Y sí, tal y como nos lo cuenta él, aceptarmos creer que el alumno más popular de una clase, el más alto, guapo y listo de los niños judíos, deba aceptar sacrificarse con la resignación ejemplar de la que siempre ha hecho gala el pueblo hebreo, cuando sus padres comienzan a menguar para que él siga creciendo tanto y se convierta en un prototipo modélico de una raza siempre considerada inferior. Liam camina con sus padres, consejeros liliputienses instalados en los bolsillos de su camisa y lo aceptamos con una sonrisa, del mismo modo que creemos al narrador que nos pone al tanto del extraño hechizo que sufre su novia, de día una hermosa mujer, de noche un campechano enano con el que comparte juergas y borracheras. Y nos emociona la lealtad de un perro que se niega a morir y regresa siempre a buscar al colegio a su joven amo, o encontramos totalmente lógico que un muchacho arrepentido le compre la luna llena a un yonqui en Nueva York.

Keret  nos vende sus relatos, aderezando con la dosis justa de lo maravilloso, lo sobrenatural o lo absurdo esas narraciones que pasan a toda velocidad junto a nosotros, sin descripciones ni grandes detalles, sin ahondar en la personalidad de los protagonistas que quedan, aun así, perfectamente grabados en nuestra retina gracias a su capacidad para sintetizar una forma de ser en una sola frase, una actitud o un gesto.  Creo, por ello, que cualquiera de los muchos lectores fieles que Keret ha conquistado con sus libros anteriores se divertirá y disfrutará con este último, en el que las historias relacionadas con descubrimientos traumáticos en la infancia, las dificultades del adolescente para terminar de salir del cascarón de la niñez y conducirse como un adulto, la infidelidad en la pareja, la importancia de los amigos en tanto referentes inexcusables de los propios actos, etc., son asuntos que aparecen una y otra vez, como si todo ello formar parte de una pequeña odisea individual que cada cual debe afrontar en solitario, para consolidar su propio carácter. Puede que Un hombre sin cabeza no sea tan bueno, en conjunto, como La chica sobre la nevera, porque en ciertos momentos el brillo imaginativo no resulta tan deslumbrante como en aquel estupendo volumen que leí con auténtico placer, pero, con todo, constituye un buen ejemplo de una manera de narrar llena de encanto, sugestiva y muy moderna. Una pieza ligera que recomiendo para estos días estivales en los que la frescura se convierte en un valor añadido también en los libros que leemos.

Patricia Esteban Erlés

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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