Trace. Experto en ciencias forenses 1

Opinión:

"Trace. Experto en ciencias forenses 1" es el primer volumen de esta serie de Kei Koga, que aquí presenta los personajes principales y también el ambiente en que se moverán habitualmente, como cabe suponer por sus propias características.

También aparece el origen de alguno de esos protagonistas y qué relación puede haber entre ellos. Así es que se conoce lo que le ocurrió a Reiji Mano, ahora un experimentado médico forense del Lab, cuando era pequeño, además de cómo le afectó a su personalidad en formación, dejando un lastre que todavía no se manifiesta, pero que lo hará en los próximos volúmenes.

Por su parte, Nonna Sawaguchi lleva poco tiempo en el Lab, por lo que se le tiende a encomendar tareas repetitivas, además que ahora será colaboradora directa de Reiji Mano.

Otro personaje recurrente es el agente Toramaru, de la brigada criminal, sea que aparece en momentos de ocio o para solicitar algún análisis urgente, además de importante, a los protagonistas.

Aparte de las historias personales, que tienden a ser intimidades de cada uno de ellos, resulta muy interesante el desarrollo de los procedimientos forenses, como la aplicación del luminol en busca de restos de sangre, que siempre debe confirmarse después pues puede dar falsos positivos; incluso se llega a mencionar una posibilidad de lo más sorprendente. También hay un buen puñado de notas al margen, con explicaciones sobre lo que se busca y la consecuencia para la investigación de los resultados; es como si fuese un tratado, sencillo y simplificado, de ciencia forense, lo que ayuda a situarse en el contexto.

Aunque los análisis forenses sean fríos y poco proclives a las sensaciones extremas, la claridad del dibujo puede poner en un aprieto al lector, pues por muy aséptico que se vaya haciendo el proceso, las imágenes son las que son y cuesta asimilarlas como algo inerte.

El dibujo se adapta a los diferentes escenarios, según sea la escena de un crimen o el trabajo dentro del laboratorio, lo que confiere una importante riqueza visual a la historia de Kei Koga, que nos deja con la miel en los labios a la espera de la siguiente entrega.

Selin