Tóxikas

Opinión:

Pilar Pedraza convierte las funciones básicas de la fisiología en misterios oscuros. No tiene miedo en presentar la carne tal como es, sin el glamour. Nuestros cuerpos son una estructura caótica basada en la necesidad de consumir para funcionar, y ella no se asusta de eso. No solo parece feliz narrando estas incoherencias entre lo real y lo gótico, sino que es muy hábil para describir la voraz codicia de esta fiesta sanguinolenta. Los detalles espeluznantes atenderán y perturbarán, ya que el lector primero debe comprender las descripciones gráficas, y luego la verdad, en la que puede ver reflejada su propia naturaleza. Este libro es lóbrego, con detalles y cuentos que transforman lo real en fantástico. La autora os invitará a pensar más en cómo y con qué nos alimentamos, todo ello dentro de un movimiento de palabras perturbadoras.

Nada es tabú en esta colección de capítulos rápidos y extraños. Los detalles inversivos hacen que el lector se pregunte si es una ficción realista o una realidad ficticia. Una simple extracción de un quiste se convierte de repente en algo casi terrorífico. Historias llenas de franqueza y honestidad se transforman en viscerales y sentimentales, donde buceamos hacia otras culturas y otras formas de alimentarse. Aquí, en este viaje siniestro la enfermedad, la muerte y la comida se discutirá, porque no os engañéis, todo esto va más allá de comprar y alimentarse, hay un fondo oculto, arcano.

María Posa, nuestra protagonista, con una prosa divertida y un tono escalofriante, nos va narrando recuerdos y conversaciones con los amigos que se encuentra en el Mercado Central cuando entra para hacer la compra, su maestra de yoga, una amiga vampira psíquica, incluso un conocido de la infancia en cuya casa se escuchaban enigmáticos lamentos. Con María o con Pilar Pedraza, parece que traspasamos hacia un lugar fuera del tiempo, a veces duda si por ese sitio ya pasó, si sus pasos le regresan al punto de partida o hacia un lugar al que no quiere ir. Allí los sentidos se pierden con el olor de la carne casi viva, sanguinolenta. El amor hacia los animales es una emoción poderosa y más en la niñez, pero para la protagonista no es ahora lo suficientemente fuerte para vencer la lujuria, el placer supera el pecado, necesita probar esta exquisitez. Mientras, unas caras de cerdo arrancadas, detrás de un cristal, la inquietan dejando su imaginación libre de culpa.

 Guisos antiguos, insectos buscando sitio en nuestros menús y sin esperarlas llegarán las pompas fúnebres.

Creo que no hay ninguna pluma como la de Pilar Pedraza capaz de saturar el tema de la comida con tanta intensidad emocional. Al vincularlo con la muerte, hay una perversión generalizada en todo, cualidades sádicas que os mantendrán ansiosos por comer, por alimentarse de lo exótico, de lo repugnante.

Una historia de una mujer que lleva el arte de escribir en su sangre. Una auténtica vampira de las palabras y del tiempo, que tiembla y sonríe cuando ve esas bandejas llenas de carne fresca, goteando sangre.

Violeta Lila