Subir a respirar

Opinión:

Aunque acabaría siendo universal por obras como Rebelión en la granja (1945) y la tantas veces citada (no sé si tan leída) 1984 (1949), George Orwell tiene otras obras de interés, que han pasado demasiado bajo radar. Una de ellas es la que ofrece ahora Debolsillo, que, sin ser redonda, insiste de una manera interesante en algunas de las grandes, maravillosas obsesiones del autor.

El título elegido desde el Coming up for air original es "Subir a respirar", literal y claro. Otras ediciones anteriores habían optado por variantes, la más conocida de Áncora y Delfín, que publicó la obra con el nombre de "Subir a por aire", aún más literal pero quizá menos expresivo. Lo que nos cuenta Orwell está más relacionado con "Homenaje a Cataluña" que con las otras grandes referencias, porque sin ser una novela política en ella se deslizan muchas y buenas reflexiones sobre la utilidad de las ideas de izquierdas en la sociedad que le tocó vivir. 

En ella se recoge la vida de George Bowling, un hombre de mediana edad con sobrepeso (yo lo detallo porque Orwell insiste enormemente en ello, quizá excesivamente, a lo largo de la novela) cuya vida no es ni mucho menos envidiable. Se siente atrapado en una gris monotonía, con muy pocos atractivos para seguir adelante. La crítica ha enmarcado con frecuencia el texto en las convicciones de esa especie de realismo socialista que cree en la posibilidad de que una sociedad mejor cambie a las personas y las conduzca hacia la felicidad. Harto de su vida como vendedor de seguros, emprenderá un viaje a los paisajes de su niñez.

Lo mejor del libro, con diferencia, es esa recreación de una infancia mágica, valiosa. Los recuerdos son lo único precioso que Bowling tiene, y lo sabe. Compartirlos con nosotros es todo un lujo, pues Orwell ofrece una lección de recreación y evocación literarias. Con la lectura nos queda claro que el mundo del trabajo es el verdadero aniquilador de la persona, línea que después continuarán los angry young writers, con Alan Sillitoe a la cabeza. Una ironía tristona sobrevuela el texto, que sirve sobre todo para establecer una genealogía con respecto a los grandes libros del autor.

El título del texto hace referencia precisamente a esa necesidad que siente el protagonista de salir de su medio, dejar su entorno durante un tiempo y tomar aire para sentir que sigue vivo.

Rafael Ruiz Pleguezuelos