Quien esté libre de culpa

Opinión:

"Quien esté libre de culpa" es la primera novela de Anna Bailey, una escritora inglesa que estudió escritura creativa en la Bath Spa University. Estuvo viviendo un tiempo en Estados Unidos y fue su experiencia allí la que le inspiró esta novela de intriga.

Pocos serán los que lean el título y su mente no acabe completando la frase, porque eso es justamente lo que pasa en esta novela. Nadie, en ella, podrá tirar la primera piedra. Durante toda la historia, el sentimiento que más se respira es el de la "culpa", consecuencia de un ambiente religioso opresivo donde todo es pecado. Ed Lewis, pastor de la de la Primera Iglesia Baptista de Whistling Ridge, se encargará en sus sermones de adoctrinar a sus feligreses en el temor a todo lo que esté fuera de su estricta visión de las cosas, otorgándole un poder sobre los demás que manipulará a su conveniencia.

En la historia se pueden diferenciar dos tramas. La primera es la desaparición de Abigail Blake, en la que muchos piensan que se ha ido voluntariamente, consecuencia de tener un padre alcohólico y maltratador que hace imposible la convivencia. Una familia disfuncional, con un padre violento y una madre que soporta las agresiones hacia ella y sus hijos en silencio y mirando hacia otro lado. La segunda trama es la continua referencia a algo que pasó a la familia Blake hace cuatro años, un secreto que ellos callan y que les ha cambiado, porque es a partir de ese momento cuando todo se estropea, provocando daños irreparables para siempre.

Emma Álvarez, la mejor amiga de Abigail, hija de la doctora del pueblo y de un mejicano que tuvo que huir por acusaciones falsas, se tiene que enfrentar, en el intento de descubrir la verdad, a lo mismo que se enfrentó su padre, al racismo intolerante de un pueblo mediocre que desprecia lo diferente y siente repulsión por todo lo extranjero. Lo mismo le ocurrirá a Rat Lacusta, un rumano que llegó dos meses antes de la desaparición de Abigail y que vive en una caravana a las afueras del pueblo. También notará el rechazo Farid Saidi, un musulmán ayudante del Sheriff, al que los habitantes tampoco aprecian.

El ritmo de la narración es lento, relajado, pero para nada aburrido, porque nos va descubriendo las heridas, los secretos y las mentiras que cada uno de los personajes esconde. A casi cien páginas del final el ritmo se acelera produciendo un desenlace atractivo e inesperado.

La novela está dividida en capítulos cortos y en cada uno hace referencia al presente y al pasado. Para ello utiliza las palabras "ahora", que apunta a lo que está pasando con la investigación junto con los secretos que van aflorando, y "entonces", aludiendo a lo que pasó hace cuatro años y a unos meses antes de la desaparición.

La historia conmueve, atrapa y capta muy bien el ambiente asfixiante de un pueblo donde la estrechez de miras es la norma y cualquier cambio es una amenaza. La narración es fluida, inteligente y está muy bien escrita. Me ha gustado bastante y la recomiendo a quien quiera leer una buena historia donde se combina la miseria humana y el fanatismo religioso con un thriller que engancha.

M. Zeta