Anika entre libros

para mí tu carne

Ficha realizada por: Patricia Rubiera
para mí tu carne

Título: para mí tu carne
Título Original: (para mí tu carne, 2011)
Autor: VV.AA
Editorial: 23 Escalones


Copyright: © VV.AA 2011
© 23 Escalones, 2011
1ª Edición, Julio 2011 ISBN: 9788415104742
Etiquetas: apocalipsis autores escritores españoles fin del mundo hispanos literatura española literatura hispana supervivencia supervivientes zombis

Argumento:


Antología compuesta por veinte historias de la mano de doce de los integrantes del colectivo Sevilla Escribe en la que los autores nos dan su particular visión del subgénero más en alza de los últimos tiempos: el subgénero Z.

Opinión:


Decir a estas alturas que lo “Z” está de moda no es nada nuevo; se trata de un subgénero que lleva dos años poblando las estanterías de todos los que somos aficionados al género de terror y al que, en ocasiones, se adscriben antologías y/o novelas que no poseen la calidad suficiente en un ejercicio absurdo de todo vale. Por suerte “Para mí tu carne” no se cuenta entre estas últimas, al contrario, se puede decir sin duda alguna que estamos ante el mejor recopilatorio zombie que ha visto la luz hasta la fecha.

Una vez más la Editorial 23 Escalones hace gala de un gusto y vista exquisitos para ofrecernos una antología que aglutina las diferentes visiones que de estos seres babeantes tenemos. Es de justicia comenzar alabando la excelente ilustración que para la portada a hecho Luis NCT (autor también de la logradísima ilustración de “Zombi Kindergarten”), no está bien juzgar un libro por su tapa pero, en este caso, nos llama de tal manera la atención que no podemos evitar querer tenerlo entre nuestras posesiones.

Abre el fuego de este recopilatorio Manuel Mije con una de las historias más originales que he tenido el placer de leer en los últimos tiempos, “Disco Jack” se mueve a un ritmo vertiginoso, con un lenguaje actual directísimo, una historia que te impide separarte de ella y que más que leerla, la cantas en tu cabeza porque el autor ha utilizado un rap para contarnos esta historia, simplemente genial. Le toma el relevo el entrañable Severo de Pedro Escudero Zumel, “Severo en lo alto” es un historia llena de acción, con unas muertes que de gráficas casi sientes las salpicaduras de sangre en la cara, en la que el protagonista no nos da tregua a la hora de narrar los horrores de un mundo que se desmorona a base de dentelladas de muertos vivientes. Curiosamente este relato parece  enlazar con “El viejo que cada día veía morir el sol desde su azotea” de Juan de Dios Garduño, ha sido fruto de la casualidad pero entre Pedro y Juande nos dan una visión muy triste del fin de los tiempos a través de los ojos de dos ancianos que creían haberlo visto todo en su larga vida.

Hay en esta antología un hueco para las féminas que demuestran con solvencia que los relatos truculentos no son sólo cosa de hombres. “Sangre cuajada de primera calidad” de Vanessa Benítez Jaime es la prueba palpable de que la monstruosidad es algo relativo, los cánones del horror cambian según las abominaciones que nos tocan vivir y no podemos por menos que sentir una enorme compasión por Nara, la intrépida protagonista de esta historia que esconde muy bien sus cartas hasta el final y que nos ofrece una construcción a base de flashbacks que agilizan una historia de intriga con sabor muy añejo. Virginia Pérez de la Puente se encarga de contarnos que la falta de escrúpulos no entiende de Apocalipsis, “Cera Negra” juega con el lector hasta la última línea, nos metemos en la piel del protagonista y tampoco entendemos qué está pasando, el final deja con la boca abierta al lector por su fina ironía.

Pero no todo son vísceras y violencia en el mundo de los no muertos, la lectura de “Esos pequeños detalles” de Manuel Mije llama a la ternura pese a esconder lo que, a priori, parece una aberración; “Soledad” de Francisco Jesús Franco conmueve por la tristeza que impregna todo el relato, la desesperación del protagonista es casi palpable y ese final desesperanzador pesa como una losa infinita; “Cuando nadie muera realmente” de Félix Morales Hidalgo es una tragicomedia con pasajes realmente cómicos, aunque el relato gira para convertirse en la historia de una venganza descarnada en la que casi nos apetece aplaudir a la abnegada Carmela.

Los zombies no entienden de niños, nuestros autores tampoco, es por eso que podemos disfrutar de cuentos en los que los pequeños son protagonistas absolutos de un mundo de putrefacción. “No temas al hombre del saco” de Juan Ángel Laguna es una pesadilla infantil que nunca nos gustaría tener; Francisco Javier Sosa Garduño y su “Juan, el marinerito cantor” es un canto retorcido de esperanza para todo aquel que haya sufrido vejaciones en su niñez por ser diferente, su particular Tiempo de Gloria llegará, aunque no queden muchos para asistir a el. Los niños son caprichosos y en más de una ocasión eso puede acarrear algún problema, y si no que se lo pregunten a Vanesa la niña que Alejandro Castroguer y Vanessa Benítez han inventado en “Pegarse un tiro y mandar el retrato a Córdoba”, donde una inocente brida transformada en pulsera por la inocencia infantil, se convierte en el detonante del caos y el horror absolutos, una narración plagada de referencias literarias y cinematográficas con la que más de un@ nos sentimos identificados.
 
Si quieres sobrevivir a un apocalipsis zombie no hace falta que tu único libro de cabecera sea “Guía de Supervivencia zombie”, “La regla número siete” de Carlos Sisí te será de gran ayuda, siempre y cuando tengas a precaución de elegir bien a tu compañero de fatigas.
 
Podría seguir así hasta completar la veintena de relatos que llenan las páginas de “Para mí tu carne”, pero ahora os corresponde a vosotros poner tablones a puertas y ventanas, atrincheraros tras el sofá y desgranar una a una las páginas de este universo hispano del horror, os aseguro que la experiencia será altamente gratificante.
 
Por último felicitar a Pedro Escudero y a Juande por la extraordinaria labor que han hecho reuniendo las narraciones que componen esta obra, me consta que el trabajo ha sido arduo, pero el resultado está a la altura de la circunstancias.

Patricia Rubiera González

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