Anika entre libros

Obras escogidas (Tomo 1) El bandido doblemente armado. Una enfermedad moral

Ficha realizada por: Patricia Esteban Erlés
Obras escogidas (Tomo 1) El bandido doblemente armado. Una enfermedad moral

Título: Obras escogidas (Tomo 1) El bandido doblemente armado. Una enfermedad moral
Título Original: (Obras escogidas (Tomo 1) El bandido doblemente armado. Una enfermedad moral, 2011)
Autor: Soledad Puértolas
Editorial: Anagrama
Colección: Otra Vuelta de Tuerca


Copyright:

©  Prólogo de Daniel Fernández

©  Soledad Puértolas, 2005

© Anagrama, 2005

Edición: 1ª Edición, Febrero 2011
ISBN: 9788433975997
Tapa: Blanda
Etiquetas: literatura española recopilatorio de autor relato largo novela corta piezas breves
Nº de páginas: 262

Argumento:

Primer volumen recopilatorio de la obra narrativa de la conocida escritora y académica Soledad Puértolas. Dos son los libros que se recogen en este tomo de la colección Otra vuelta de tuerca: por una parte, El bandido doblemente armado, historia de la fascinación que ejerce el clan de los Lennox sobre el narrador, amigo de infancia de uno de sus miembros, el inteligente e indomable Terry. Por otro lado, se incluye también el libro de relatos Una enfermedad moral, muy heterogéneo en cuanto a los argumentos que abordan, las épocas en que se ambientan y los personajes que protagonizan sus diez historias.

 

Opinión:

 

En estas dos obras tempranas de Soledad Puértolas la autora plantea ya líneas maestras de su producción posterior, entre las que destacan esas atmósferas cotidianas, sutilmente perturbadoras, amenazantes. El bandido doblemente armado, novela corta protagonizada por un narrador que evoca sus lazos de unión con los Lennox, una familia de guapos y adinerados extranjeros, sirve a la autora para llevar a cabo un retrato coral de ese clan de seres encantadores y mundanos en los que, sin embargo, no es difícil atisbar signos inquietantes, rastros de personalidades atormentadas y egoístas, amores y dependencias emocionales que permanecen ocultos durante años. Puértolas consigue con su acercamiento a cada uno de los Lennox desvelar el carácter egoísta e impresionable de ese muchacho provinciano que queda deslumbrado desde que Terry y su familia irrumpen en la ciudad, emanando a su alrededor un estilo tan rutilante como la luz platinada del Cadillac azul de la viuda Lennox. La interacción del personaje protagonista con cada uno de los integrantes del clan sugiere la textura falsamente invisible, misteriosamente poderosa, de una tela de araña, que va atrapando al narrador y que lo mantiene unido con altibajos a la familia durante su infancia, adolescencia y edad adulta. La admiración que siente por la madre, una rubia de belleza gélida, la dependencia que le une al audaz y autodestructivo Terry, el amor platónico hacia Eileen, la hermana mayor, o la relación profesional que inicia con el esposo de esta, otro intruso captado en la red de fascinación ejercida por los Lennox, son algunos de los hilos narrativos con los que la autora nos permite acceder a ese universo refinado, a esos interiores lujosos en los que se gestan pasiones y rencores apenas perceptibles para un observador externo, pero tan intensos que impiden que las relaciones fructifiquen o sean duraderas.

El mismo interés por la observación de las actitudes y los gestos cotidianos de los personajes se adivina en los relatos de Una enfermedad moral. Soledad Puértolas escudriña los rituales cotidianos de sus protagonistas e indaga aquellos que resultan más significativos a la hora de desvelar los entresijos de sus mentes, sus miedos, manías u obsesiones. Pese a que las historias narradas se ambientan en países y tiempos muy diversos comparten rasgos característicos en la narrativa de Puértolas, como la observación fría y distanciada, la sutileza en tanto instrumento de análisis y revelación, o el gusto por esos personajes anodinos que esconden un intenso tormento psicológico o moral. Algunos de los cuentos dejan al lector, o al menos a esta lectora, con la sensación de que se nos ha escapado algo, y exigen una participación activa, una complicidad expresa. Creo la certeza o los finales cerrados y concluyentes no son aspectos que parezcan interesar a la autora, más preocupada como está en cultivar el misterio de lo cotidiano, la incertidumbre. En conseguir narrar de tal modo que, por ejemplo, el simple hecho de que la  metódica señora Ebelmayer pierda el autobús de vuelta a casa, un día como tantos otros, nos deje un malestar difícil de explicar, al concluir el relato.

Patricia Esteban Erlés

 

 

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