Nunca serás un verdadero Gondra

Opinión:

El autor de esta novela, Borja Ortiz de Gondra (Bilbao, 1965), ya lleva tiempo en esto de la autoficción rigurosa, entendiendo así las obras en las que el autor ficciona su entorno más cercano, ofreciendo detalles concretos sobre su historia reciente y la de quienes le rodean, en una especie de desnudo emocional. Digo que lleva tiempo porque esta novela sobre su familia no es su primera incursión de su entorno familiar en una obra, pues ya había despachado obras de teatro que ajustaban cuentas con su historia personal, como Los Gondra o Los otros Gondra.

La novela que ahora reseño es un intento del autor por abordar en el género narrativo materiales importantes para su historia que pudieron quedar fuera de las propuestas escénicas, de manera que para quien le interesara las historias que puso sobre las tablas esta novela es más un complemento a esos sucesos que una adaptación a prosa de las mismas. No podemos olvidar esa trayectoria como dramaturgo, jalonada de éxitos y difusión. La obra más potente de su extensa producción dramática es en mi opinión "Memento mori", que pudimos disfrutar en el trabajo de la compañía de Cristina Rota.

El motor de tanto interés en contar la historia propia es el dolor, claro. El del hijo repudiado por una familia vasca de postín. Arranca en un Nueva York muy vivo, en el que está empleado como traductor para un organismo internacional. Allí se ha creado una nueva identidad, entendiendo por ello que vive una vida libre, lejos del yugo de la tradición y la incomprensión casi generalizada de su familia respecto de sus elecciones personales. Una llamada de una prima segunda, comunicándole que su hermano ha muerto, vuelve a conectarle de nuevo con ese pasado que había dejado atrás por voluntad propia, y a partir de ese momento la novela reconstruye para el lector esa historia pretérita que tanto dolor inflige al narrador. Lo mejor del libro probablemente sea la capacidad de quien nos habla desde el papel para recrear esa galería de parientes, y la presión e influencia que cada uno ejerce en su persona.

La cuestión llega a tanto que Borja Ortiz de Gondra entiende su estancia en Estados Unidos como una especie de exilio personal, voluntario pero no por ello menos doloroso. Indicada para aquellos que disfrutan las historias personales, los secretos, intrigas y rencores de una familia, y el desnudo sentimental por el que un autor decide mostrar su interior al lector.

Rafael Ruiz Pleguezuelos