no soy un serial killer

Opinión:

Este libro es el inicio de una trilogía denominada como su protagonista, John Wayne Cleaver, un adolescente de quince años que está obsesionado con no llegar a ser un asesino en serie y, a la vez, pendiente de cualquier historia o noticia que tenga relación con eso mismo. Contribuye bastante a mantener esa obsesión el hecho de ayudar a su madre en las labores propias de la funeraria que ella regenta y algunas otras coincidencias, como que su apellido signifique “cuchilla de carnicero” en inglés.
 
La trama se desarrolla en primera persona todo el tiempo, por lo que asistimos a los acontecimientos desde su punto de vista y solo sabemos lo que él mismo conoce, lo que provoca algunas limitaciones, dadas las características psicológicas del personaje, que evita en la medida que le es posible el contacto social que no sea estrictamente necesario. Tampoco es que sea demasiado raro, pues sus pensamientos violentos hacia los demás suenan a bastante comunes, la única diferencia estriba en que no ha desarrollado de manera suficiente la capacidad de disimulo propia de la vida en sociedad.
 
Las descripciones, sobre todo de los hechos violentos, tienden a ser precisas, sin que caigan en aspectos morbosos, lo que es posible por un tratamiento natural, casi como cotidiano, que se percibe a lo largo de sus páginas. Sorprende leer el desarrollo de los trabajos que se efectúan en la funeraria, la forma en que se descubren los cadáveres, las mismas muertes, que alguna se produce en directo, sin que nos parezca que estemos allí. Vale que el ritmo y el lenguaje utilizados sugieren un estilo cinematográfico, pero es que llega a parecer que estemos en la sala de cine... con un gran estuche de palomitas en el regazo.
 
La lectura es absorbente, sobre todo cuando el protagonista entra en acción, algo menos cuando da vueltas a sus trastornos psicológicos. Aún así, pocas veces acabas alabando una novela, esta es una de ellas, cuyo protagonista resulta bastante cargante un buen puñado de veces, algo que se compensa por la fascinación que también llega a producir en el lector. 
  
Selin