Nada que perder

Opinión:

"Nada que perder" es la última novela de Susana Fortes, una escritora y articulista de prensa que en la actualidad colabora en cursos y talleres de escritura creativa en varias universidades.

Quiero empezar comentando que la obra tiene lugar 25 años después de la desaparición de los tres niños, es decir, en el año 2004. El primer capítulo está narrado de forma informativa, como si fuera un artículo de periódico que cuenta lo que pasó el 12 de agosto de 1979. A partir del segundo capítulo es Blanca, la niña desaparecida que encontraron al día siguiente, quien va relatando la historia.

El asunto es que el crimen, por haber prescrito, no interesa investigarlo más de lo que ya se hizo en su día y sin resultados. Blanca, que no se acuerda de nada de lo que le pasó ese día, quiere, junto con el periodista Lois Lobo, seguir averiguando. Para poder hacerlo solo tienen dos opciones: intentar recordar todo lo que pueda y volver a preguntar a los vecinos de As Covas, ahora que el crimen ya no les compromete, por si añaden algún detalle más de lo que contaron.

Con el argumento de que Blanca intente recordar para poder avanzar en la investigación, el libro hace un planteamiento de lo que son los recuerdos y de cómo funciona la memoria muy interesante, el ser humano olvida lo que le conviene y es capaz de recordar con detalle cosas que jamás le han sucedido. La mente es engañosa y el tiempo no ayuda a la fidelidad de los recuerdos. Un tema que explora muy bien la autora por medio de flashbacks bastante sugestivos.

Con la segunda opción, de indagar a los vecinos, nos esboza el perfil de la Galicia rural de esa época. Un pueblo pequeño donde todos tratan de esconder sus trapos sucios. El hermetismo de una población llena de supersticiones en la que todos sabían algo, pero mejor estar callados y mirar para otro lado. La ley del silencio para no meterse en líos.

Durante la narración, también tantea temas como la mitología celta propia de la zona, la Guerra Civil que dividió y llenó de rencor a todo un pueblo, el contrabando que existe en poblaciones de frontera, la percepción en la infancia, cómo advertimos las cosas cuando somos niños, aunque no sepamos exactamente qué es lo que pasa… Todo esto, está reflejado sin forzar y bien tratado.

Es un thriller muy distinto al que estamos acostumbrados. Una historia intrigante que se cuece a fuego lento. No es una trama trepidante, pero tiene su sentido que no lo sea, porque el ritmo de la investigación lo lleva el intento de recuperar la memoria, y a la memoria no se le puede meter prisa.

Es una novela introspectiva y caleidoscópica que a mí me ha gustado y que por supuesto recomiendo.

M. Zeta