mi madre

Opinión:

Richard Ford (1944, Jackson, Mississippi), uno de los mejores escritores de su generación (“El periodista deportivo”, “El día de la independencia”, “Acción de Gracias”) se aleja en esta ocasión de la ficción y de su personaje fetiche Frank Bascombe para realizar un honesto acto de desnudez. No es esta una biografía de hazañas y éxitos. No es el retrato heroico de una personalidad carismática. Tan sólo es el relato sincero del recuerdo de una persona corriente, con una vida como la de miles, pero con la particularidad de ser la madre de quien la cuenta. Porque a lo que más se parece esta novela es a un relato oral. Ford confiesa que este libro es un acto de amor, aunque lo que parece sobre todo es un intento de conocerla mejor, de entenderla y de entenderse por tanto también a sí mismo. Conocerla y retenerla en su memoria, congelando los recuerdos aún vivos, aunque sean fragmentados.
 
Ford además reflexiona sobre ese extraño pasado con el que nos conectan nuestros padres. Un pasado en el que no existimos y que sin embargo en cierto modo nos pertenece. En el caso del escritor, nos habla de la época de forajidos y ladrones de principio de siglo XX que hoy nos parece tan lejana.

La madre que nos presenta Richard Ford  es una persona marcada por una infancia de ausencias afectivas, una juventud feliz y despreocupada con su marido (años de viajes, sin casa fija, de la que Ford sospecha una cierta “ligereza de espíritu”) hasta su propio nacimiento en 1944 que lo cambiaría todo. Vienen los tiempos de responsabilidad y de soledad por la necesaria actividad comercial de su marido a quien ya no puede acompañar. Cuando varios años después, el cabeza de familia fallezca, todo volverá a cambiar de nuevo. Ford es un adolescente que tendrá que abrirse camino en la vida con una madre que nunca superará del todo la pérdida. Más tarde llega la independencia natural del hijo con la universidad y con los años, la distancia. Ford lamentará el poco tiempo que pasará con ella en su vida de adulto, sin dejar de ser algo inevitable, por el propio carácter independiente de ambos. 

“Mi madre” no es una biografía al uso, en el sentido de que Ford no se extiende demasiado en datos y fechas. No hay una cronología de hechos, ni una descripción detallada de comportamientos o motivaciones. El autor por el contrario recuerda momentos concretos y sensaciones personales, como cuando siendo niño la descubrió no como su madre, sino como una mujer que podía resultar atractiva a los demás. O el día que él, siendo adolescente, volvió a casa tarde y ella no estaba para esperarle. Cuando finalmente la encontró en otra casa y acompañada de un hombre, ella decidió cambiar y asumir su resignado papel de madre abnegada.

“Mi madre” se publicó en Estados Unidos en 1988 y hoy nos sirve no sólo para conocer mejor a Richard Ford, sino también, y de una manera distinta a lo que ocurre con sus novelas, para entender mejor una época y una sociedad, la norteamericana, y por contagio cultural, la occidental, en el pasado siglo, fundamental para entender el presente. 
  
Jorge Borondo