cogiendo mariposas
Título: cogiendo mariposas
Título Original: (cogiendo mariposas)
Autor: Manuel Aparicio Burgos
Editorial:
Ochoa Impresores
Copyright: Madrid, Soria, enero de 2008
ISBN: 978-84-73-59-289-5
Etiquetas:
Argumento:
Mamá, la memoria es un bien precioso que nos acerca a nosotros
mismos y a nuestros orígenes, nos lleva en volandas por nuestros senderos vividos
y nos aporta una sonrisa melancólica enorme como las tardes de primavera con mucha
paz en los recuerdos.
EL AUTOR
Manuel Aparicio, Tolbaños de Abajo (Burgos), aunque ha vivido toda
su vida en Mecerreyes (Burgos), donde se ha enraizado. Ha sido profesor en Sahara,
Bélgica, Portugal, Marruecos, Brasil y España. Periodista de La Mañana
(Marruecos), Galicia en el mundo (Sao Paulo), en la actualidad lo es de
El Correo de Burgos, del grupo El Mundo. Ha publicado
Racimo de Rosas, Cuentoría,
Meninos, Gramática SOS
del español en portugués;
¡Qué cojones es esto!;
Como se fala em español;
Con la pluma a cuestas (Burgos
y La Rioja); 30 de oro;
Me chifla la poesía;
Me mola la poesía;
además de artículos para diferentes revistas y periódicos. Actualmente es Profesor
de lengua y literatura española en el IES Comuneros de Castilla, de Burgos.
Opinión:
Éste no es un libro cualquiera. Es un libro, como dice el prologuista, Pascual Hernández
del Moral, que puede parecernos sorprendente, cuando lo hayamos terminado de leer,
porque no es un libro cualquiera. Es un libro de evocaciones de la infancia de
Manuel Aparicio, a quien desde la distancia, y la proximidad
que permite Internet, considero un buen amigo. El citado prologuista, catedrático
de lengua española y literatura, nos lo explica muy bien: “el autor... no pensaba
en ninguno de nosotros, sus posibles lectores cuando lo estaba escribiendo. Y, probablemente,
ni pensara en dar a la imprenta las hojas que, en sus evocaciones de infancia, iba
pergeñando. Creo que pensaba en él mismo, en su historia, en sus vivencias de cuando
despertaba a la vida. Quizás después, a medida que las páginas iban creciendo, pensó
en darles forma de libro, para ofrecérselo a la única persona que lo llena: su madre”.
Y, en efecto, este libro es un monumento a su madre: “puedes estar tranquila, por
lo menos una persona en este mundo está soldada a ti para siempre por los lazos
más fuertes que puedes imaginarte, por el amor, lo único que vale algo en esta vida.
Mamá, te quiero”, viene a escribir casi al final, pero es una muestra de
lo que nos encontraremos a lo largo de las cincuenta y dos cartas, más un capítulo
último y otro post-último.
Manuel Aparicio nos describe, a lo largo de casi 142 páginas sus
evocaciones infantiles, el mundo que le rodea, un mundo inocente, los personajes,
los paisajes, las plantas, incluso las fábulas: “muchas historias se incrustaron
en mi memoria, que nos hacían felices, y la moraleja de cada una e ellas. Aprendí
fábulas. Fue especial aquella en que un padre mandaba a su hijo a por la manta al
desván para llevar al abuelo al hospicio. Ante la tardanza, subió el padre y encontró
al niño cortando la manta por la mitad. Le regañó y le preguntó por qué lo hacía.
La respuesta del niño siempre fue la más sensata de cuantas he escuchado en mi vida:
la mitad es para el abuelo y la otra mitad para cuanto tú seas viejo y tengas que
ir al hospicio. El padre, le dijo desarmado: hijo deja la manta ahí, el abuelo se
queda con nosotros”.
Como os decía, este libro es un monumento a la madre, creo que todos los hijos e
hijas deberían buscarlo y regalarlo a sus madres, pues los recuerdos que contienen,
nos evocarán momentos que hemos vivido, a pesar de que
Manuel Aparicio diga que “todos estos recuerdos
forman mi vida, la tuya, la nuestra. Por supuesto que no sé si a alguien le interesan.
Pero son los más importantes que tenemos, aunque el pasado ya se nos haya escapado
de entre las manos, el futuro sea incierto, mantenido por esas ascuas que nos hacen
felices al recordar y comentar como si tuviera vergüenza de pararse un momento para
conversar con nosotros”. .
Termino con estas otras palabras del libro: “mi amor por ti jamás ha realizado ni
una huelga ni un día de descanso. Es que creo que todos los hijos tenemos ese hermoso
regalo para las madres desde el primer día que se inicia la chispa de la vida, que
sentimos el calor de una madre en nuestro diminuto corazón y lo mantenemos encendido
por los siglos de los siglos”.
Francisco Javier Illán Vivas
Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com
Comentario de los lectores:
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