Los Pissimboni

Opinión:

A veces aventurar que algo triunfará, que algo sobrepasará los límites de la Historia o que nos hallamos delante de una pieza que puede ser maestra, es aventurarse mucho. Sin embargo, todo aquel que busca Literatura, gran Literatura, de aquella que estudiamos en el colegio cuando somos jóvenes, la encontrará sin duda alguna en "Los Pissimboni". Seguramente es demasiado prematuro avanzar algo así, porque el Tiempo es caprichoso y a veces da éxitos a obras insustanciales y anonimato a obras jugosas. Un servidor, no obstante, lo deja aquí constatado, para que quede retratado o agradecido en un futuro.

El párrafo anterior nos conduce a la pregunta: ¿Y qué es la Literatura? No habrá nadie en el mundo, entendido o no, que sepa dar con la definición exacta. Para lo que algunos estudiosos se trata de "algo que nos crea reflexiones, dudas, nuevas visiones con textos con significado y mensaje", para otros es algo más como "textos para pasar un buen rato y evadirse del mundo real". Aquí nos limitaremos a acogernos a la concepción muy antigua de "cualquier texto escrito", así que incluso un manual de instrucciones sería literatura. Obviamente, donde todo el mundo coincidiría en decir sería que hace falta algo más que unas simples instrucciones para tildarlo de literario.

Leer "Los Pissimboni" es como leer a grandes clásicos de la Literatura, te teletransporta a autores de la talla de Flaubert, de Gogol o de Kafka. ¿Exagerado? A lo mejor. Sólo el Tiempo lo dirá. Lo que aquí es seguro es que nos encontramos ante una obra con una gran densidad en su mensaje. Narrada con un ojo omnisciente, cada frase escrita, cada personaje descrito, cada acontecimiento, todo tiene un sentido, formando una obra a tener muy en cuenta. Nos narra una historia que bien podía ser real pero con tintes muy surrealistas, que no hacen más que exacerbar y exagerar un realidad que en esta obra comienza realista y que termina distorsionada, a lo Valle-Inclán. Los Pissimboni y, más en concreto, Yago Pissimboni simboliza ese sueño casi fantasmagórico sobre la ansia de la libertad, ese sueño que realmente ignoramos si existe realmente. Son seres que a lo largo de la obra se nos presentan de una forma confusa, donde no acabamos de dilucidar si son de carne y hueso. Viven a lo alto de la colina, alejados del pueblo, un lugar con normas convencionales y con pueblerinos sumisos y retrógradas, que temen cambios bruscos en su vida y buscan amoldarse en leyes y normas antiguas que los regulan y los oprimen. Viven éstos en un mundo que no atiende a razones lógicas pero que, en cambio, crea una sensación de seguridad y de confort. Los Pissimbolini anhelan una libertad que, paradójicamente, predican fantaseando con una ciudad llamado Sandofar de la que sus padres, sin especificarse el motivo, huyeron. Es como regresar a la casa de tus padres cuando te fuiste ya de ella.

Es una gran obra literaria. Se lee una segunda vez y se descubren muchos aspectos que uno había pasado por alto en la primera lectura, a la vez que se plantean nuevas incógnitas y se formulan nuevas preguntas. Eso magnifica la literatura: esos largos debates donde se ponen sobre la mesa diferentes reflexiones y teorías y todas suenan a válidas. Además, a pesar de que quizá insatisfaga a lectores que busquen mucho misterio y mucha acción, "Los Pissimboni" reúne un misterio continuo que provocará en el lector un constante leer para saber qué diablos pasa en la Casa del Pueblo y quién es quién en la historia. E incluso cuando se acabe, el lector aún seguirá confundido. ¿No es bonito? La novela corta tiene un aire a Kafka, por sus deformaciones de la realidad, a Gogol, por el tema de los funcionarios, o a J.D.Salinger, por la búsqueda de uno mismo.

El Tiempo lo dirá.

Cristià Serrano