Anika entre libros

Lo estás deseando

Ficha realizada por: Inés Macpherson
Lo estás deseando

Título: Lo estás deseando
Título Original: (You Know You Want This, 2019)
Autor: Kristen Roupenian
Editorial: Anagrama
Colección: Panorama de Narrativas


Copyright:

© Kristen Roupenian, 2019

© Editorial Anagrama, S.A., 2019

© De la traducción, Lucía Barahona, 2019

Ilustración: © Aleksandra Waliszewska

Traducción: Lucía Barahona
Edición: 1ª Edición: Mayo 2019
ISBN: 9788433980373
Tapa: Blanda
Etiquetas: relatos recopilación recopilatorio de autor sexo fantasías sexuales sexualidad obsesiones condición humana relaciones personales parejas citas online sumisión femenina erotismo violencia violencia psicológica tríos dominación dominación sexual literatura estadounidense
Nº de páginas: 288

Argumento:

Una pareja con un amigo que, cada vez que deja a su novia, se apalanca en su sofá; una joven a quien le gusta escuchar música; una fiesta de cumpleaños con una vela especial para pedir deseos; una princesa que no encuentra al hombre de sus sueños; una chica que conoce a un chico en un cine… Todo normal, sencillo, inocente, ¿verdad? Pero ¿qué pasaría si fuéramos un poco más allá? ¿Qué pasaría si en vez de buscar historias sobre grandes amistades, placeres sencillos, rituales cotidianos o encuentros casuales que llevan a relaciones maravillosas nos fijáramos en la otra cara de la moneda, en la realidad que nunca es de color rosa?

Esto es lo que propone Kristen Roupenian en su "Lo estás deseando", una recopilación de doce relatos entre los que se encuentra «Cat Person», un cuento que publicó en diciembre de 2017 en The New Yorker y que se convirtió enseguida en uno de los más comentados del momento; nos ofrece un laberinto de espejos para que miremos las formas y deformaciones del deseo. ¿Queréis ver lo que hay dentro?

 

Opinión:

 

Con «La pata de mono», W. W. Jacobs nos enseñó que hay que ir con cuidado con aquello que deseamos, porque siempre tiene consecuencias. Jacobs nos hablaba de esos deseos que uno hace al genio de la lámpara, a la pata de mono o a una estrella fugaz. Sin embargo, en el caso de Kristen Roupenian, nos encontramos ante un amplio abanico de lo que entendemos por deseo. Aparecen casi todas sus acepciones y algunas de sus desviaciones, si es que se pueden llamar así: desde el deseo que una chica pide al soplar las velas de su cumpleaños hasta la obsesión más malsana que nos lleva a una fantasía con la que engañarnos y atraparnos para siempre. Encontramos parejas, tríos, fantasías eróticas, dominación, citas desastrosas, princesas… De la recopilación, quizá los cuentos que más se apartan de esas historias sobre el deseo sean «El corredor nocturno» y «Cicatrices», pero incluso ellos en parte también se adentran en el ámbito de aquello que deseamos, aunque de forma más sutil, exponiendo el reverso, los miedos que nos acechan cuando deseamos algo, el horror que puede alimentarse de nosotros cuando los deseos no se cumplen o no nos atrevemos a decirlos en voz alta.

Hablar del deseo es, en el fondo, hablar de la condición humana. Todos deseamos algo. Lo que hace Roupenian es jugar con la perversión y con lo sencillo, con las fantasías más sórdidas y con lo más cotidiano para demostrar que, tanto lo que consideramos más depravado como lo que hemos aceptado como normal, esconde algo que puede ser perverso y puede herir. El relato que hizo que saltara a la fama y que recibe el nombre de «Un tipo con gatos» plantea una realidad que podemos reconocer casi todos: un encuentro entre dos personas, el intercambio de teléfonos, las conversaciones virtuales y el momento en que los dos deciden tener una cita y algo más. Las expectativas, la presión, esa absurda sensación de que si has empezado algo debes acabarlo, aunque no quieras, por no herir los sentimientos ajenos o no quedar como una malcriada, como si decidir que no quieres seguir haciendo algo fuera ser malcriada, nos permite ver, sin necesidad de ninguna imagen grotesca, cómo el mundo del deseo y las relaciones humanas tiene sombras incluso en aquello que parece más inofensivo o cotidiano. Porque a veces en esos comportamientos cotidianos se esconden las formas más despreciativas de tratar a otra persona: en los pequeños gestos, en la manera en que permitimos que nos insulten, nos maltraten y nos menosprecien con palabras, con un gesto, sin necesidad de llegar a las manos, pero sí invadiendo un espacio que tendría que ser propio.

Otros relatos se adentran en aspectos más perversos, jugando con la forma en que el deseo a veces se nos puede escapar de las manos, o con la manera en que a veces una experiencia concreta puede marcar para siempre la forma en que nos relacionamos con los demás. Violencia y obsesión se dan la mano en varios de los relatos que componen "Lo estás deseando", a veces con un toque de extraño y macabro humor, como ocurre con «Una chica de las que muerden», donde un deseo que teóricamente debiera ser reprimido acaba convirtiéndose en algo distinto porque, a veces, los que parecen más normales son todavía más perversos y crueles que aquellos que tienen deseos extraños.

En cambio, historias como «El chico de la piscina» juega con algo que, hasta hace unos años, parecía casi tabú: el deseo femenino en relación al erotismo o incluso el porno. No habla del segundo, pero sí del primero, de la posibilidad de las fantasías sexuales femeninas como algo propio. Los deseos narcisistas o egoístas también aparecen, así como los autodestructivos. Roupenian ofrece un catálogo amplio y detallado, y lo hace enlazando relatos con un corte clásico, casi de cuento popular, con relatos que beben de la actualidad, de las nuevas tecnologías o las aplicaciones de citas; porque al final, sea en los cuentos de hadas o en la ficción cruda, sea a través de la fantasía o de la realidad, en el reino virtual o en la dermis, las relaciones pueden ser amables o crueles, simples o complejas, como los deseos.

No existe una única manera de desear, de amar, de tocar o de hablar; la perversidad puede habitar en lo cotidiano y viceversa. Por eso Roupenian nos da un laberinto de doce cuentos para que nos sintamos cómodos e incómodos, normales y perversos, con un espejo entre las manos, como personas, pero también como sociedad.    

 

Inés Macpherson

 

 

 

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