Las niñas que soñaban con ser vistas

Opinión:

Estamos ante un thriller de manual, de ambientación sórdida y envolvente, logrando involucrar al lector generando tensión y angustia. Comienza con un prólogo bastante fuerte, siempre se ha dicho que un buen comienzo hace que el lector se interese por lo que vendrá después, aquí ocurrió. Pablo Rivero usó la tercera persona para introducirnos en una novela cruda con dos tramas entrelazadas, las distinguiremos perfectamente, ya que una de ellas se encuentra escrita en cursiva. Deciros que, aunque da la sensación de ser predecible, no lo es tanto, a mí me sorprendió en bastantes capítulos.

La parte de Laura García transcurre en Madrid, pero ese escenario se va intercalando con la ciudad de Bilbao, lugar en el que vive Pablo, publicista, casado con Lisi, a punto de ser madre. Él es nuestro protagonista principal, será allí, en el norte, donde se desarrolle la historia. ¿Por qué motivo se iba a obsesionar un publicista en unas desapariciones? Bueno, su pasado familiar tiene bastante que ver con eso.

Dividida en tres partes. Las dos primeras se sentirán algo lentas, aunque todo lo que va ocurriendo nos mantiene pasando páginas. La tercera es la mejor, repleta de momentos siniestros, demasiado reales. Porque vais a leer un espeluznante catálogo de perversiones en el que se incluyen el canibalismo y el cine Snuff. Viajaremos a los albores de la Internet, un momento pleno de posibilidades donde veremos el naciente fenómeno de las redes sociales. Y es que lo que nos dejó narrado, son casos reales que Rivero encontró por internet, documentándose para este libro. Unas redes sociales que se convierten en coto de caza para seres poderosos desviados y perversos que buscan la inocencia para mancillar, para llevar a cabo los rituales inmundos. Ese viaje será terrible y adictivo, por parajes donde se consumen los deseos más abismales. Asistiremos a la era del engaño digital, donde manipuladores sin escrúpulos captan a ingenuos con promesas falsas de todo tipo. Espejitos de colores al por mayor para una problemática a la cual no se le brinda la debida atención. La era digital es una trampa voraz que devora a incautas víctimas ansiosas de sus quince minutos de fama, donde todo es juzgado por la última foto cuidadosamente colocada.

"Las niñas que soñaban con ser vistas" tiene algo del sabor de la novela negra contra la hipocresía social aceptada. Una trama hermosa y robusta que se acerca a nuestro propio mundo de inautenticidad, cuyos personajes están cuidadosamente diseñados, pero debajo de las sonrisas falsas, las grietas se ensanchan.

Historia dura de pasajes opresivos, enseñándonos la realidad tal vez con demasiada violencia. Su escritura se siente sencilla dentro de una ambientación perturbadora, lúgubre. La trama está bien desarrollada, con buenos giros inesperados. Duele y sigues leyendo, necesitas saber. Ante tanta tensión, quedan instantes bellos de mitología vasca y la de esa flor y el enigma que esconde.

Todos queremos gustar, sentirnos admirados. ¿Qué hay tras la muerte de Laura García?

El final os dejará temblando y reflexionando.

Violeta Lila