Las monedas de los 24. Saga Pedro de Alemán 3

Opinión:

La tercera entrega de las aventuras (o desventuras, que no sé yo como tomar lo que le acontece) de Pedro de Alemán viene titulada, además de rellenada de multitud de votos a bríos y pardieces, como "Las monedas de los 24", sigue afincada en Jerez y en el estilo de las anteriores, los pleitos mandan en los hechos de la trama, mientras que las elucubraciones y otros pensamientos en la sesera del abogado.

Si ya en la primera entrega, "El abogado de pobres", Pedro de Alemán tenía problemas morales tras la coyuntura de aprovecharse de la esposa de uno de sus defendidos, la cual cedía por la imperiosa necesidad de sus servicios para intentar liberar a su marido, aquí tampoco empieza con buen pie al encontrarse con un pleito que se le atraviesa desde el primer momento, pero que siendo de pago le vendrá de maravilla para recomponer la economía familiar, algo justa últimamente, así que intentará justificarse en la medida de lo razonable y más también para salir beneficiado del asunto.

Así ocurre que, además de las vueltas que da Pedro de Alemán en persecución de un dato que solucione el caso que le trae de cabeza, también le ronda y le nubla el caletre la imagen de una moza que puebla sus entendederas, noche tras noche y día tras día, desde que la vio por primera vez. Y si acaso tiene algún remordimiento, más que nada por ocultárselo a Adela, su mujer, ese se esfuma enseguida cuando se solaza de pensamiento.

Realmente ese sería el caso que ocuparía todo el tiempo de nuestro abogado de pobres, si no fuese por el otro, más tremebundo, que él presume obra de un vengativo asesino en serie, pero al que no pone cara ni nombre hasta justo el final de la novela. Bueno, él lo sabe un poco antes, pero bien se guarda el autor de descubrirlo para que el lector siga en la intriga hasta el momento culminante.

Lo que sí comparte son las imágenes que contienen el anverso y el reverso de las monedas encontradas junto a los cadáveres. También los escudos de las familias afectadas de una u otra forma. Esas ilustraciones son el complemento ideal para que el lector se afane a la par que el abogado en hilar los detalles desperdigados que han ido dejando los asesinatos.

Aunque haya referencias a los casos anteriores, que más bien tienen la función de recordatorios para quien haya leído "El abogado de pobres" y "Llamé al cielo y no me oyó" y de sutil reclamo publicitario si esas lecturas están pendientes, lo cierto es que "Las monedas de los 24" se puede leer de manera separada sin que se pierda ningún aspecto importante.

Y sea el lector seguidor de las novelas de Juan Pedro Cosano o llegue aquí por novedad, tendrá ante sí una muy buena novela de intriga, apasionante en su trama, con un lenguaje que en sus diálogos recrea con buen tino y sin excesos el que podría darse en la Jerez del siglo XVIII y con un personaje cuya conciencia no va muy pareja que digamos con sus actos, lo que le hace más cercano si cabe.

Selin