Las estrellas, la nieve, el fuego. Veinticinco años en la Alaska Salvaje

Opinión:

Volcano libros es una editorial a tener muy en cuenta. Está construyendo un catálogo interesantísimo en el que rescata y pone a disposición títulos fundamentales para entender mejor nuestra relación con la naturaleza. Ecología sabia, de raíces, nada de esos textos oportunistas y de aluvión. Si ya hemos podido disfrutar de títulos anteriores como "Nuestra casa en el bosque", de Andrea Hejlskov, o "Cuaderno de montaña", de John Muir, el título que ahora reseño, "Las estrellas, la nieve, el fuego" está llamado a ser una de las joyas de este catálogo.

John Haines, poeta estadounidense, nos dejó hace solamente unos años, en 2011. Falleció a los 86 años, y durante veinticinco años fue plenamente consecuente con la vida que quería llevar: austera, básica, en comunión perfecta con la naturaleza. Su aventura: vivir en una cabaña aislada en la Alaska más salvaje, aprendiendo el oficio de trampero y empapándose de lo que puede llamarse una cultura de la supervivencia.

El hecho de que John Haines sea por encima de todo un poeta confiere al libro un tono cálido, vigoroso y bello a un mismo tiempo, que la traducción de Clara Ministral ha sabido mantener muy bien. Cada capítulo luce un título que tiene algo de evocación: "Historias escuchadas", "Otros tiempos", "La muerte es una alondra", que anuncia el contenido de ese modo poético que les celebro. El texto está construido desde la memoria, y el propio Haine reconoce en el prefacio que revisitar estos lugares y acontecimientos después de muchos años les añade una pátina de nostalgia que les hace bien.

El valor mayor del libro se encuentra, dejando aparte la propia calidad de la prosa, en el profundo y real conocimiento que Haines tiene de cuanto habla. Es prolijo cuando explica el comportamiento de los animales salvajes que pueblan el entorno, explica con precioso detalle cuáles son los procedimientos del trampero, es sugerente cuando retrata a sus vecinos. Ofrece una visión de la caza pura, necesaria. La definición de una caza basada en la necesidad, no en el deporte o el pasatiempo. Una caza que es honrosa y sostenible porque se encuentra en su estado más básico y fundamental: la supervivencia y el comercio mínimo. Haines está muy por encima de eslóganes fáciles y ecología de pose. Sabe contarnos que el mundo natural es un lugar despiadado, cruel, bellísimo.

El lector al que le apasione la ecología se encontrará continuamente subrayando pasajes del libro. Reflexiones agudas sobre la relación de la humanidad con la naturaleza. Propone en más de una ocasión la vuelta de la naturaleza como antídoto para la locura de la vida contemporánea: "Puede que el mundo nos decepcione, que los mercados se desplomen y que el tráfico no avance. Pero con una buena hacha a mano, un arma, una red, unas cuantas trampas… la vida seguirá, con sus antiguas y rectas tradiciones".

El libro no solamente me maravilla, sino que comparto con Haines un modelo de ecología, alejado de la visión naïf y buenista de ciertos sectores de opinión contemporáneos. La naturaleza es equilibrio y desequilibrio, hambre y penalidades, abundancia y escasez. La verdadera receta no solamente está en el respeto y la preservación, sino en llegar a darnos cuenta de la felicidad que otorga desarrollar nuestra vida lo más cerca posible de nuestra primera relación con ella, la que vivíamos en un tiempo preindustrial.

Rafael Ruiz Pleguezuelos