Anika entre libros

las desterradas hijas de eva

Ficha realizada por: Lidia Casado
las desterradas hijas de eva

Título: las desterradas hijas de eva
Título Original: (las desterradas hijas de eva, 2012)
Autor: Consuelo García del Cid Guerra
Editorial: Algón


Copyright: © Consuelo G. del Cid, 2012
© Algón Editores, 2012
1ª Edición, Junio 2012 ISBN: 9788493840792
Etiquetas: abusos adopción adopciones asesinatos asesinos autores criminales crónica negra dictadura época franquista escritores españa españoles familia franquismo hispanos historia de españa investigación literatura española literatura hisp

Argumento:


Auspiciados por el Patronato de Protección a la Mujer franquista, existían toda una serie de instituciones que poco o nada tenían que ver con lo que proclamaban: proteger a la mujer. Consuelo García del Cid publica ahora el resultado de sus investigaciones sobre lo que ocurrió en centros como el Preventorio de Guadarrama, la Maternidad de Peña Grande o el Reformatorio de San Fernando. Lugares en los que se encerraba a niñas y jóvenes cuyo único delito había sido quedarse embarazadas (en muchas ocasiones como fruto de una violación, incluso de sus padres o hermanos) o ser demasiado rebeldes para un régimen que subyugaba a la mujer e impedía toda libertad y capacidad de decisión para ella.

Opinión:


Ya es hora de que se conozca la verdad, dice la autora de este doloroso libro. Ya es hora de que se sepa lo que ocurrió, dicen las víctimas, las que quedan vivas, las que han tenido el valor de hacer un viaje a través del tiempo y volver a una etapa de su vida que jamás han podido olvidar, que ha marcado sus vidas, que les ha dejado secuelas físicas y psicológicas que los años no han podido borrar; las que comprobaron de la manera más triste, más vejatoria, más degradante, más desgarrada, más feroz posible hasta dónde puede llegar la crueldad, la defensa de una ideología que no entiende de derechos humanos, ni de igualdad, ni de libertad… ni siquiera de humanidad.

Consuelo García del Cid expone los resultados de una larga investigación sobre lo ocurrido en varios centros que dependían del Patronato de Protección a la Mujer, creado en 1941 y presidido por Carmen Polo de Franco, con la intención de “velar por las jóvenes caídas o en riesgo de caer”. Sólo la expresión ya pone los pelos de punta, imposible de  comprender ni aún intentado situarla en su contexto, fruto de una ideología que promulgaba el dominio y anulación de la mujer.

Esas jóvenes caídas o en riesgo de caer cargaban en sus espaldas delitos como la rebeldía, la desobediencia, el rechazo al papel exclusivo de madre y esposa que el franquismo reservaba para la mujer, quizá algún robo, algún coqueteo con las drogas, faltar a clase, ser aficionada al cine, el teatro o el baile; por supuesto, salir con chicos… Y el mayor delito de todos: quedarse embarazada. Quienes se erigieron como protectores de la mujer obviaron por completo al otro 50% inexcusable para toda gestación. Ellos daban igual. Las delincuentes eran ellas. Daba igual que fuera un embarazo fruto de un desliz, de una violación, de un incesto forzado. Ellas eran las condenadas, las culpables, las desterradas.

A través de testimonios de chicas que vivieron aquellas horribles experiencias, de recortes de prensa, artículos en internet o noticias o reportajes en radio y televisión publicados en los últimos 60 años; de reproducción de documentos y fotografías de la época y de los comentarios de vecinos de las localidades en las que se ubicaban, la autora trata de reconstruir la realidad olvidada, sepultada, obviada, la realidad que se vivió en centros como el Preventorio de Guadarrama, el Reformatorio de San Fernando o la Maternidad de Peña Grande. Instituciones que pretendían corregir a esas jóvenes díscolas a base de una disciplina militar, una falsa devoción religiosa, un adiestramiento en los valores morales del régimen y, sobre todo, altas dosis de vejación, de humillación, de crueldad, de maltrato físico y psicológico, de negación del socorro, de anulación de los más básicos derechos humanos, de lavado de cerebro, de falta de formación, de insultos, de castigos inhumanos, de supresión de la propia personalidad.

Este escenario de crueldad y vejaciones tuvo como consecuencia no solo el suicidio (obviamente, enmascarado por las responsables de los centros como accidentes y caídas) de muchas jóvenes (suicidios, claro está, nunca investigados), sino secuelas físicas y psicológicas para toda la vida, terrores nocturnos, ataques de pánico, depresiones… No solo eso: algunas de las mujeres cuyos testimonios son recogidos en la obra creen que, incluso, fueron objeto de experimentos médicos, naturalmente, sin ningún tipo de consentimiento por su parte.

En estas condiciones, no es difícil relacionar a esas chicas de Peña Grande, a esas mujeres solteras y embarazadas (muchas de las cuales no sabían ni siquiera qué había pasado, la razón por la que estaban engordando), a esas jóvenes encerradas, repudiadas por sus familias y por la sociedad, marginadas, invisibles, pecadoras, a las que sus cuidadoras tildaban de zorras y putas (frente a su propia santidad y la de quienes mantenían económicamente tales instituciones) con los casos de niños robados y de adopciones ilegales que tanta relevancia social y mediática están logrando en los últimos años.

Consuelo García del Cid se apoya en testimonios, datos, fechas y documentos para construir el soporte objetivo y fundamentado de su relato. Pero no obvia los comentarios personales, las opiniones, las sensaciones propias al revivir, junto a las protagonistas, estos horribles episodios de un pasado enterrado; ni la indignación que le provocan no solo estas situaciones sino su sistemático silenciamiento; ni la rabia ante la exhibición de la crueldad humana ejercida, precisamente, por aquellas a quienes suponemos las mayores virtudes, la capacidad infinita de amar, de proteger, de cuidar: las monjas. En este sentido, lo único que he echado de menos en el relato es el origen de la implicación de la autora con los hechos, cómo llegó esta historia a ella, las razones por las que empezó a investigar y decidió sacar a la luz unos sucesos tan deleznables como los que quedan reflejados en esta obra.

Un libro duro, difícil de leer, doloroso, que saca a la luz una verdad escondida durante mucho tiempo sobre unos hechos que se prolongaron durante demasiados años, hasta bien entrada la democracia (el Patronato no se suprimió hasta el gobierno de González). Una investigación ardua que pretende hacer un mínimo de justicia a quienes vivieron situaciones totalmente inhumanas, a quienes han sido incapaces de olvidar durante estas décadas, a esas chicas a las que les robaron sus hijos y a esos hijos que buscan a sus madres biológicas y también a quienes no pudieron vivir para contarlo. 
  
Lidia Casado

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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