La saga de los malditos

Opinión:

Siempre digo que los libros de bolsillo tienen para mí un encanto especial, como esas miniaturas que condensan lo artístico y lo bello en un espacio imposible. En este manejable formato, en apariencia modesto, y bajo una portada magnífica, esta edición de la obra que Chufo Lloréns publicó por primera vez en 2003 aglutina una obra histórica de sólidas bases y el prestigio de un autor indiscutible. La saga de los malditos representa una buena muestra de que la condición humana, en su más alta expresión y también en la más ruin, apenas se modifica con el transcurso del tiempo, y de que las desgracias que los propios hombres causamos en los de nuestra especie están llamadas a repetirse cíclica e inexorablemente. El material aquí novelado constituye toda una realidad histórica, una barbaridad sostenida a lo largo de los siglos a la que el carácter ficticio de ciertos personajes no resta un ápice de certeza, en una de esas obras capaces de recordarnos lo que somos.

El autor narra dos auténticas epopeyas, alejadas en el tiempo, pero muy similares en su revelación de la maldad de algunos hombres. El antisemitismo medieval y el nazismo más reciente -que a veces amenaza con recobrar vitalidad- son aquí retratados en toda su crudeza a través de unos personajes que sin duda constituyen un fiel reflejo de miles de vidas reales.

A lo largo de la lectura se me hicieron presentes innumerables veces el estilo y el concepto general de novela de Ken Follett; tal vez sólo se trate de una apreciación personal, pero espero que sirva al lector interesado para tener una idea previa del tipo de trabajo de que hablo. A destacar la constante mudanza del lenguaje narrativo, que se adecúa alternativamente a cada una de las dos historias distintas en el tiempo. Así, la manera de narrar del siglo XIV se solapa con la del XX, dependiendo de la época narrada en cada instante. Un ejercicio de habilidad narrativa y de conocimiento, que es de justicia reconocer.

Desde el punto de vista del autor, lo que encuentro más difícil a la hora de escribir estas novelas que cuentan dos historias alejadas en el tiempo pero con un nexo temático, es compaginar ambas líneas narrativas sin volver loco al lector. Chufo Lloréns lo logra con una estudiada alternancia de escenarios, situaciones y tiempos, que permite seguir sin esfuerzo y con interés ambas tramas. Es indudable que la novela atrapa, porque genera la angustia de volver la página y seguir teniendo noticia de lo que acontecerá. La técnica narrativa precisa para una novela de sagas es precisamente la de concatenar las sucesivas generaciones de protagonistas de modo cada generación interese al lector más aún que la precedente.

Dos líneas argumentales vertebran todo el entramado narrativo: por un lado la dificultad en la realización del amor sincero, que puede verse sometido al mero interés y a la conveniencia social y religiosa; por otro, se plantea un mundo compuesto por opresores y oprimidos, una realidad que, si bien ha existido en todos los tiempos y lugares, ha encontrado una de sus lamentables cumbres en el acoso sufrido por el pueblo judío a lo largo de los siglos.

Además de ser amante de los libros de bolsillo, confieso mi especial gusto por lo que cariñosamente llamamos «tochos» o libros de gran extensión. También es éste el caso de La saga de los malditos, si bien en esta ocasión, y a pesar de mi gusto personal, hay que decir que encuentro excesiva su extensión, pese a hallarse integrada por dos historias trenzadas. Y es que tal vez exista un exceso de detalle en escenas donde no parece tan necesario, con descripciones muy minuciosas y sobre todo con narración de pequeños pormenores que en nada afectan al curso de los acontecimientos. Esto ocasiona que la lectura se haga en ocasiones demasiado lenta.

Dejando de lado este pequeño inconveniente, la novela es plenamente recomendable, y resulta ahora muy asequible gracias a este formato económico que, con acierto, nos ofrece el sello editorial DeBolsillo. 
  
José Antonio Carbonell Pla