La saga de los longevos. La vieja familia

Opinión:

La novela de Eva García Sáez es una mezcla de géneros que no permite clasificarla de una manera demasiado rígida. Encontramos en ella historia, ciencia, arqueología, amor, unas gotitas de misterio. Muchas tramas, pues; muchos flash back que engarzan el presente, en el que se desarrolla la historia, y un pasado que es importantísimo para todos los personajes. Para unos lo será porque precisamente provienen de pasados muy remotos. Para Adriana, la joven protagonista, porque el pasado la lleva a rememorar continuamente la misteriosa muerte de su madre.
 
Debo decir que, a veces, estas numerosas tramas me han desconcertado un poco. Y me han llevado a cuestionarme preguntas para las que no hallo respuestas. Por ejemplo, el concepto de longevidad y el de inmortalidad. La propia autora nos dice que Héctor y Iago son longevos, pero no inmortales. No pueden desarrollar enfermedades mortales, pero sí pueden perecer por accidente, como algunos de sus hijos o como la propia Kira, su hermana. En cambio, Jairo parece ser inmortal e inmune a todo.
 
Y ahí va mi primera pregunta: ¿Qué credibilidad puede tener, pues, un personaje de más de diez mil años, o de más de veinte mil, como Héctor? ¿Nunca han sufrido un accidente, una caída? Más que longevos parecen muy suertudos, la verdad. Y, entonces, ¿en que se diferencian de la inmortalidad de Jairo? Los tres, a mi parecer, han sobrevivido a cualquier daño posible durante siglos.
 
La autora lleva a cabo un verdadero esfuerzo de documentación para explicarnos la trama a la luz de la ciencia. Con ello logra darle a la novela un aire menos de ciencia ficción, más realista. Pero sigo sin creerme a sus personajes.
 
Hay, sin embargo, en la novela una reflexión de fondo que me ha gustado. ¿Es deseable la longevidad extrema? ¿Podríamos, de ser longevos, acabar odiándonos, como los miembros de esa vieja familia? ¿Podríamos acabar como Jairo, el malo malísimo de la película? Aunque, a decir verdad tampoco creo que la longevidad justifique esa maldad del hermano menor de Iago.
 
Tampoco me ha convencido la manera como la autora ha ligado la desaparición de la madre de Adriana con la historia de los longevos. Demasiado casual.
 
Lo mejor de la novela, a mi parecer, es el estilo del que hace gala la autora. Porque todo esa mezcla de géneros hubiera podido ser infumable sin su amenidad, sus diálogos chispeantes y ese fino humor, a veces un poco negro, que destila a través de su protagonista Adriana.
 
En fin, "La saga de los longevos" es una novela que se deja leer, desde luego, pero que peca de una peligrosa mezcla de géneros y de contradicciones que a mí no me han satisfecho del todo. Y ese final rompedor ¿es el anuncio de una segunda parte? 
 
Núria Pradas Andreu