La regla del oro

Opinión:

En su primera incursión en la novela negra, Juana Salabert saca un sobresaliente: por la temática, por los motivos y por la forma de hacernos ver como la voraz crisis económica que hoy vivimos puede convertir a una persona en un asesino en serie, donde la vida pierde su valor en sí, donde los lazos familiares se devalúan y se convierte todo en una vertiginosa persecución que tiene el final que nadie esperaba. Cosas de la crisis, que saca lo peor de cada cual.

Por lo mismo, la muerte violenta se convierte en un símbolo de este vértigo, de este miedo de la gente hacia el futuro, que parece cada día más negro. Es un tiempo de incertidumbre, ¡qué duda cabe! Y tener un asesino en serie suelto agrava aún más el asunto haciendo que la sociedad se sienta más vulnerable que nunca, sobre todo el gremio de los joyeros y compraventa de oro, que son los que están en el punto de mira del asesino… ¿o asesinos?

Es que nada es lo que aparece, el amor hace acto de presencia en el momento más inesperado, entre Alarde, el detective que lleva el caso de los "compro oro" asesinados y la periodista encargada de seguir el caso, Almudena -la Hoyitos-, mientras intentan resolver el caso, van uniendo sus vidas con delicados filamentos provenientes del pasado.

Pero esta novela, más allá de los sucesos que cuenta y sin ser una novela de denuncia, hace de la crisis un escenario para expresar otras temáticas, sobre todo en el ámbito de los lazos familiares, que parecen disolverse cuando la necesidad aprieta el cinturón, también hace eco de ciertos defectos sociales que aparecen unidos a la crisis económica imperante: avaricia, chantaje, usura.

Es que la novela negra tiene esa capacidad de mostrar arquetipos, ya sean positivos o negativos, en todo su esplendor, reflejando una sociedad, o mejor dicho, una parte de ésta, que aprovecha los restos de los demás como aves carroñeras sin importarles poco o nada la situación de los demás.

En esta primera novela negra de Juana Salabert, con unos personajes tan bien bocetados que parece que los conocemos de toda la vida, con esas nubes en el fondo del pasado de Alarde, la delicada belleza y sutil inteligencia de Almudena, Berta y su círculo, donde las amistades se mantienen sólidas pese a todo. Familias. Lazos y complicidad. A veces se estrechan en tiempos difíciles, en otras se convierten en ataduras que se vuelcan en conflictos mayores. Sobre todo cuando la envidia asoma la nariz y la necesidad le sigue detrás.

Carol Inabé Barba