la mano izquierda de dios

Opinión:

No puedo recordar una novela que, como esta que me dispongo a reseñar, me haya deparado una sorpresa cada dos páginas.
 
Creo que es eso lo que convierte La mano izquierda de Dios en una gran novela de género fantástico y hace que sus errores, que los hay, acaben convirtiéndose también en aciertos.
 
Vayamos por partes. Una de las cosas que más me ha sorprendido es el desfile continuo de personajes que nos depara la novela. Acompañando a Thomas Cale y a sus dos colegas, aparece una extensa nómina de secundarios brillantes. Casi nos cuesta colgarles esa etiqueta de “secundarios”. Son personajes que entran y salen de la narración, pero que nunca pierden su papel y su importancia en ella. Incluso cuando nos parece que ya están fuera, liquidados, vuelven a aparecer en el momento menos inesperado dejándonos con la boca abierta.
 
Una objeción: los personajes masculinos, todos, son magníficos, impresionantemente dibujados. Los femeninos llegan a ser irritantes.
 
El ritmo de la novela es trepidante. El autor no nos permite caer en la desgana ni en el aburrimiento. Nos cuesta creer todo lo que ha pasado cuando echamos una miradita a lo que llevamos leído. Vamos de emoción en emoción: violencia y muerte; amor y despecho; intrigas palaciegas y duelos.
 
Eso tiene una contrapartida en la novela; y es que a menudo nos parece que Hoffman ha descuidado la estructura que se desordena y fluye, a veces, de una manera un tanto caótica, lo que se nota también en el estilo, unas veces directo, interpelando al lector, otras alejándose de él como en una crónica contada por un simple espectador.
 
Tampoco queda claro el tiempo ni el lugar. Hay una mezcla de lugares reales y otros inventados. Los religiosos Redentores nos llevan a pensar en la fría, y a veces cruel, Edad Media. Pero la corte de los Materazzi de Menfis nos recuerda la Italia del Renacimiento.
 
La verdad sea dicha, estas “irregularidades” no me han molestado. Quizás porque estaba demasiado metida en la trama; o, quizás, quién sabe, porque forman parte de la originalidad del texto. 
  
El mayor valor de La mano izquierda de Dios es, sin duda, su protagonista. Un antihéroe de catorce años (podría tener sesenta), letal, que no sabe de dónde viene, como no lo sabemos los lectores, y que sólo ha sido educado para matar. Y eso es lo que hace. Su lado inocente aflora a veces, pocas, porque Thomas Cale avanza inexorablemente hacia su destino; un destino que sólo nos será revelado al final. 
 
Creo que queda claro que lo más difícil de hacer después de leer esta novela es clasificarla. No creo que haya habido intención por parte del autor de escribir una novela juvenil. Yo no puedo clasificar como juvenil una obra con esa carga de violencia. Pienso, además, que el fondo antirreligioso y la reflexión sobre el poder que encierra la obra de Paul Hoffman piden un lector más formado.
 
Y para terminar, dos advertencias: pese a pertenecer al género fantástico, no hay en la novela ni magia ni nada sobrenatural. Y el lector debe saber que se trata de la primera entrega de una trilogía por lo que queda mucho por descubrir sobre Thomas Cale y los Redentores al finalizar La mano izquierda de Dios. 
 
Núria Pradas Andreu