La Historia

Opinión:

Hay que dar la enhorabuena a Anagrama por añadir esta obra a su catálogo. El hecho tiene su valentía porque "La Historia" es una obra monumental, inabarcable, de lectura difícil y dura, aunque muy provechosa. Desde luego es una obra no apta para cualquier lector, pero que con seguridad va a deleitar a aquellos que no tienen ningún problema en luchar con la dificultad de un texto si al hacerlo extraen una sensación literaria plena.

No en vano "La Historia" llega a nuestro país con muchos años de retraso, pues fue publicada en Argentina, país de origen del escritor, hace ya dieciocho años. Allí es tratada como una novela de culto, y son muchos los lectores que han quedado enganchados a su estilo torrencial y la mantienen como obra de cabecera. El propio autor ha reconocido en alguna entrevista que, pasado el tiempo y al volver sobre ella, constituye "lo más extraño que ha leído". En sus más de mil páginas, y a través del recurso clásico del manuscrito encontrado, se ofrece una explicación mítica y original de casi todo, creando una especie de antropología inventada en la que se describen con minuciosidad y aliento poético ritos funerarios, costumbres sociales y organizaciones alternativas de la realidad que Caparrós ha inventado para "La Historia".

Se trata de una obra eminentemente moderna, que me ha traído ecos de un autor francés muy querido por mí como es Pierre Senges, quien también gusta de crear estos mundos imposibles e inexistentes, que sin embargo describe como si los tuviera delante. En mi opinión la obra hunde bien sus raíces en el realismo mágico (y sé que colocar esa etiqueta a un autor eminentemente contemporáneo es hacerle un favor a medias) pero trasciende el movimiento en el sentido de que la obra es ante todo un proyecto personal, único, distinto a casi todo lo que uno ha leído.

Un obra dura por su carácter tremendamente original e inhabitual, pero que sin embargo es una recomendación clara para aquellos que les gusta adentrarse en terrenos difíciles de la literatura. Yo la tengo siempre cerca, para abrirla por cualquiera de sus páginas (una de las ventajas de este tipo de obras tremendamente peculiares) y disfrutar de su estilo caudaloso y su profjunda originalidad.

Rafael Ruiz Pleguezuelos