La escuela de canto

Opinión:

"La escuela de canto" es la última novela que nos ha llegado de Nell Leyshon, de quien ya había leído antes "Del color de la leche" y "El bosque", ambas, al igual que esta, publicadas por la editorial Sexto Piso.

Desde el primer momento que empecé la lectura me vino a la mente "Del color de la leche", pues tiene aspectos en común en la estructura de la narración, aunque también es lo suficientemente diferente como para tener una entidad propia y diferenciada.

A quien haya leído esa otra novela, no le vendrá de nuevas la composición y la estructura de los textos, que recrean con singular acierto la expresión de Ellyn, una niña que se ha criado en una granja, donde la única certeza es el trabajo que nunca se termina, sin expectativa de acceder a ningún otro tipo de enseñanza fuera de esos trabajos, pues se trata de un mundo cerrado, que sólo conecta con el exterior para aprovisionarse de lo que no produzcan o vender algo, sea un animal o un excedente de la cosecha.

Así es que su expresión seguirá acorde con su propia evolución personal, al principio con una gran simplicidad, destacando la ausencia de mayúsculas y de cualquier signo de puntuación que delimite el texto, que se muestra plano y sencillo.

Como muestra para hacerse una idea de cómo se expresa, este texto cercano al inicio:
"corro hasta la escalera y bajo y voy deslizando me con mis dos pies desnudos después los pies tocan el frío de la tierra y abajo están padre madre en su cama de paja"

La descripción de la vida en la granja es cruda, mostrando la dureza de los trabajos y la verdadera realidad, sobre todo cuando tocan las tareas más escatológicas, que teniendo animales, están a la orden del día. Tampoco es que haya mucha higiene, al menos en el sentido que le damos en la actualidad; allí el musgo va muy bien para limpiarse y secarse el culo y el tajo, también utiliza, según para qué, lo que ahora diríamos la ropa interior, pero que es lo que tiene, una camisola que ella misma llama el blancosucio.

Así, cuando llega a la escuela de canto, el cambio es tremendo, tanto por las diferentes ropas que tendrá que llevar, como que también allí abunda la comida, tanto que le parece que cada día es un banquete.

Poco a poco, la expresión evoluciona junto con la misma protagonista, mientras va aprendiendo en la escuela de canto, aunque sin dejar de ser ella misma, por más que utilice expresiones elaboradas según una pauta que le parece más adecuada por el lugar en que se encuentra, pero que tampoco será la usual.

También añado otra muestra, que así es como se expresa cerca del final:
"Dígome a mí misma que hícele daño, a Philip, al darle una patada en la espinilla. Defendime."

Pero la amarga verdad llega cuando Ellyn comprende que ser mujer es una barrera insalvable para seguir en el coro; pues es un mundo de hombres, a su vez cerrado y apartado de la sociedad, donde ella y su feminidad no tienen cabida, aunque si fuese muchacho tampoco lo tendría fácil.

"La escuela de canto" es una novela sublime en su rebeldía, en la lucha contra la injusticia que supone el ser apartada y menospreciada por el simple hecho de ser mujer.

Selin