La desaparición de las mariposas

Opinión:

Josef H. Reichholf (1945) es un biólogo evolutivo y ecologista, que además en su momento fue director del departamento de vertebrados de la Colección Zoológica Estatal de Múnich. Enseñó Ecología y Conservación de la Naturaleza, porque su vida es en gran parte un compromiso con el medioambiente, originado sobre todo -y lo más importante para establecer la recomendación de este libro- por un profundo conocimiento de la materia de la que habla y por el hecho de que sepa colocarse en muchos aspectos en un justo medio entre las posturas ecológicas más radicales y el negacionismo del cambio climático y la destrucción de la biodiversidad. De hecho, en su biografía con frecuencia se ha situado en contra de ese conservacionismo ciego que a veces olvida que la naturaleza tiene una serie de mecanismos de regulación propios en los que el ser humano no debe inmiscuirse.

Este biólogo nació en la región de la Baja Baviera, el sur de Alemania, y este dato será relevante porque, habiendo realizado la mayor parte de su carrera en este entorno, el lector se dará cuenta de que los ejemplos que se ofrecen en este "La desaparición de las mariposas" tienen por supuesto una llamada global, pero surgen del trabajo de campo realizado por Reichholf en una zona más bien concreta.

No es solamente una especie de panegírico sostenido sobre su desaparición o un análisis exhaustivo de las causas. Leyendo este libro también aprenderemos mucho sobre su comportamiento, las necesidades de su hábitat (para mí de lo más interesante y mejor contado del volumen), sabremos más sobre sus incontables variedades y veremos por qué el monocultivo es el mayor culpable de su desaparición. Hay capítulos o subcapítulos dedicados a los nombres de las mariposas, su presencia en la gran ciudad, sus migraciones… en definitiva, no solamente se aprende sobre su paulatina extinción sino sobre sus características y comportamiento en el medio.

La clave está, en opinión del autor, en reajustar y poner coto a la agricultura industrial. Una de las claves que nos ofrece es que siempre pensamos que el problema son las ciudades, las autopistas, el asfalto… pero tenemos que darnos cuenta de que esos campos tan ordenados y mecanizados, que están pensados solamente para la producción intensiva de un cultivo, son los mayores culpables de que no pueda seguir existiendo una diversidad que pasa porque el medio sea variado. Reichholf pone un ejemplo muy claro: la obsesión con mantener las orillas de las carreteras libres de arbustos elimina un entorno favorable para algunas especies de mariposas.

Otro de sus mensajes claros es que no puede restringirse el acceso de los interesados en la naturaleza a ella, porque solamente el conocimiento y contacto con lo que se quiere conservar nos da la sabiduría para enfrentarnos a los retos de cada biotopo. Además, Reichholf no puede ser calificado de pesimista: ofrece no pocas ideas de futuro. No está tanto certificando una defunción como señalando el camino hacia el que debemos dirigir nuestros pasos.

Una recomendación clara para lectores preocupados por el medioambiente que quieran formarse de verdad para salir del entorno de la "mera opinión".

Rafael Ruiz Pleguezuelos