La colmena

Opinión:

Darío Luque

Es maravilloso que Cátedra reedite la edición de "La colmena" a cargo de Jorge Urrutia, ahora revisada y actualizada. Venía siendo necesaria esta actualización desde que, hace unos pocos años, se descubriera en la Biblioteca Nacional un manuscrito inédito de la obra -en manos, hasta entonces, del hispanista Noël Salomon- que incluía pasajes eróticos y censurados. Así pues, la obra, que originalmente iniciaba la trilogía "Caminos inciertos", incluía una mayor cantidad de fragmentos subidos de tono, quizás destinados a ser el foco de los censores, con lo cual pasaría desapercibida el resto de la obra.

Evidentemente, esa estrategia no funcionó y la censura impidió la publicación de "La colmena", que vio la luz finalmente en 1951 en Buenos Aires. Toda esta información está contenida en la introducción del libro, que Jorge Urrutia ha ampliado y actualizado -fue redactada, inicialmente, hace treinta años-. En ella, Urrutia defiende el texto de "La colmena" como se ha concebido siempre, y rechaza la inclusión de esos nuevos fragmentos, tal y como los rechazó Cela en la confección definitiva de sus "Obras completas".

Así pues, los lectores pueden volver a disfrutar del egoísmo de Doña Rosa, de las penas y las fantasiosas reflexiones de Martín Marco, de los sacrificios por amor de Victorita y los dramas de Elvira. Junto a ellos, aparecen escenas costumbristas y morbosas a partes iguales: una muchacha que se encuentra a su padre en una casa de citas, una joven que se prostituye para pagar los medicamentos de su novio tuberculoso, una mujer asesinada ante la mirada indiferente pero chismosa de sus vecinos, o una pareja homosexual que intenta hacer vida en pleno franquismo.

Estas son unas cuantas de las muchas historias que convergen en "La colmena" de Camilo José Cela, la novela social que mejor caracteriza la vida intrahistórica de la España de posguerra. 

Darío Luque

De la reseña de la vieja edición:

Anika Lillo

Martín Marco, hermano de la Filo, es un hombrecillo paliducho, enclenque, con lentes de alambre y americana raída al que todo el mundo quiere porque es un buen hombre. Duerme en casa de un amigo, pasa los días en algún bar o en la calle donde escribe sus versos. A veces come en casa de su hermana Filo, pero sólo cuando no está Roberto, su cuñado. Así transcurre la novela, relatando una rutina que describe el ambiente de la época.

Cela habla de la condición humana a través de una novela coral, hoy convertida en un clásico contemporáneo.

Tiene un final que me resultó incomprensible cuando lo leí (era muy jovencita), pero es, al fin y al cabo, una buena obra literaria donde queda bien marcada la España de la vieja era, cuando -hace tan poquito y al mismo tiempo es tan distante- los hombres tenían otras inquietudes y eran tan "típicos". Sirve para aprender del pasado.

Anika Lillo