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La ciudad y las sierras

Ficha realizada por: Darío Luque
La ciudad y las sierras

Título: La ciudad y las sierras
Título Original: (A Cidade e as Serras / Civilização, 1901)
Autor: José Maria Eça de Queirós
Editorial: Acantilado
Colección: Narrativa del Acantilado


Copyright:

© 2020, Javier Coca Senande (de la traducción)

© 2020, Quaderns Crema, S.A. (de esta edición)

Traducción: Javier Coca Senande
Edición: 1ª Edición: Enero 2020
ISBN: 9788417902216
Tapa: Blanda
Etiquetas: novela ideas positivismo crítica Ciudades campo vida rural literatura portuguesa Francia Portugal lujo pobreza narrativa
Nº de páginas: 307

Argumento:

En sus últimos años de vida, el escritor portugués José María Eça de Queirós dejó de lado los temas y las técnicas narrativas del realismo-naturalismo, que tanto había cultivado, y ensayó nuevos procedimientos literarios, siempre en consonancia con las tendencias europeas del momento. Lejos quedaba "El crimen del padre Amaro" de la joya finisecular que es "La ciudad y las sierras", novela póstuma en la que se articula el contraste entre campo y ciudad por medio de dos personajes inolvidables, el hedonista Jacinto y su amigo, mucho más pragmático, Zé Fernandes. La acción se inicia en un palacio de los Campos Elíseos de París, donde Jacinto, envuelto en lujos y confort, se dedica a coleccionar todos los aparatos e innovaciones de la modernidad técnica. La búsqueda de una conexión con sus antepasados en el Bajo Duero, en Portugal, lo llevará a reflexionar sobre su aprecio por la ciudad y a contemplar, desde una óptica insólita para él, los beneficios de la vida agreste.

Esta edición incluye también el relato "Civilización", embrión conceptual del que nacerá la novela. 

 

Opinión:

 

Eça de Queirós, el maestro de las letras decimonónicas en Portugal, nunca ha dejado de tener lectores en el país vecino. Ya entre sus coetáneos se observa el decisivo influjo que produjo en los escritores sesentayochistas: doña Emilia Pardo Bazán comenta sus obras en no pocas ocasiones (tanto en sus artículos de "La Ilustración Ibérica" como en "La cuestión palpitante") y también Leopoldo Alas, Clarín, reseñaría algunas de sus novelas. La última deriva que adoptaría la narrativa de Eça de Queirós sería también recibida con aplausos por los jóvenes narradores del fin de siglo, hasta el punto de que "La ciudad y las sierras", novela que la editorial Acantilado rescata en una sublime traducción de Javier Coca, fue traducida inicialmente, a principios del siglo XX, por el famoso dramaturgo Eduardo Marquina.

El punto de partida de "La ciudad y las sierras" nos sitúa ante un tópico con larga trayectoria en la historia de la literatura: la oposición entre el campo y la ciudad, es decir, entre la barbarie y la civilización. No hace falta irse hasta la literatura hispanoamericana para encontrar algunos referentes (el "Facundo" de Sarmiento posiblemente sea el mayor de ellos), pues en España, por la misma época, surgieron dos novelas con las que esta tiene mucho en común. Me refiero a "Amor y pedagogía" de Miguel de Unamuno y "El árbol de la ciencia" de Pío Baroja, que dan cauce, igual que Eça de Queirós, a la insatisfacción ante un positivismo del que ahora se evidenciaban numerosas adversidades. Este es el contexto en el que el lector debe situarse al abordar "La ciudad y las sierras", sin ignorar que su autor había escrito, en décadas anteriores, novelas que bebían de esa tendencia positivista propia del realismo-naturalismo, tales como "El crimen del padre Amaro" o "El primo Basilio".

En "La ciudad y las sierras", José María Eça de Queirós recurre a un narrador testigo, el ilustre Zé Fernandes, para presentar a un protagonista diseñado a medio camino entre la caricatura y el drama. Jacinto, el protagonista en cuestión, vive entre algodones en el palacio 202 de los Campos Elíseos, donde ha conseguido concentrar toda la vanguardia técnica de su momento: allí se reúnen todos los nobles y aristócratas para contemplar el telégrafo, el conferenciófono y el teatrófono, y para aprovechar la inmensa biblioteca que ha conseguido acumular. Su amigo Zé Fernandes lo acompaña en muchas de esas veladas y nota cómo progresivamente una abulia emocional (llamémosla saudade, o spleen) se apodera del curioso personaje. Llega un punto en el que ni los inventos más innovadores ni la grandeza y la excelencia de la ciudad logran impresionar al triste Jacinto, que solo halla la comodidad entre la filosofía pesimista de Schopenhauer.

La segunda parte de la novela abre una grieta optimista en esta tragedia de la modernidad: tras un incidente, Jacinto se ve obligado a acudir a Portugal, a sus dominios en el Bajo Duero, donde siente el deber de honrar a sus antepasados. Desprovisto allí de toda su parafernalia técnica y científica, el protagonista de "La ciudad y las sierras" tendrá la oportunidad de explorar la naturaleza sin abandonar el pragmatismo moderno de sus postulados -y, por tanto, lejos de la idealización propia de un locus amoenus-. La construcción narrativa de esta novela, apoyada en el recurso cervantino del contraste entre dos personajes, se enriquece con todo un sustrato filosófico que la convierte en una digna puerta de entrada a la modernidad del siglo XX.

"La ciudad y las sierras" pone de manifiesto la impresionante permeabilidad de Eça de Queirós ante las inquietudes de cada momento histórico y, en última instancia, supone también su testamento estético y filosófico de cara a un mundo que, en su velocidad creciente, ya lo había adelantado. 

 

Darío Luque

 

 

 

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