La chica danesa

Opinión:

"La chica danesa" está libremente inspirada en el caso real de Einar Wegener, un pintor danés que a principios de los años 30 del pasado siglo se sometió a varias operaciones para transformarse en Lili Elbe, la mujer que realmente siempre fue. Su historia supuso un gran hito en su época, por cuanto significó en la búsqueda de la identidad más allá de la asignación sexual genética y en materia de cirugía de cambio de sexo.

La noticia en 1937 de que un hombre llamado Einar había dejado de serlo y se había transformado en la muchacha Lili copó portadas de periódicos y suscitó un gran interés mediático que ha llegado hasta nuestros días; aunque actualmente este tipo de intervenciones estén más normalizadas, el tema sigue creando controversia y pensar en una cirugía semejante hace tantas décadas se hace casi increíble. Sin ir más lejos, hace unos meses se estrenó la película "La chica danesa", dirigida por Tom Hooper y basada en la novela que nos ocupa.

El tema del transgénero y de la búsqueda de un cuerpo que se corresponda con nuestra identidad es, sin duda, atemporal y esta novela supone un ejemplo paradigmático de ello.

En ella, conocemos a Einar y Lili como matrimonio feliz, asentado en una cotidianeidad llena de cuadros, salidas culturales y una vida social rica que, en un principio, parece agradar a ambos. La tormenta, si me permitís llamar así a la vorágine de sentimientos que se despiertan en Einar, se desata cuando el pintor, un hombre menudo, meticuloso, tímido y reservado, se ve instado a realizar algo que nunca habría hecho libremente porque supone una transgresión para la que no está preparado: su esposa Greta le pide que pose para ella con medias y un par de zapatos femeninos. Reticente en un primer momento, en cuanto el delicado tejido toca sus delgadas piernas algo parece encajar en su interior… y aquí empieza su viaje a Ítaca.

Solo que en su aventura no recorrerá medio mundo conocido, sino que deberá transitar todas y cada una de las reglas sociales y morales, sin más guía que la voz de su conciencia y su engañosa razón, que le harán cuestionarse una y otra vez lo que su alma le grita incansable: Einar no es un hombre; Einar es una mujer.

Debo reconocer que sabía de esta historia por la gran expectación que ha creado la película del oscarizado Hooper. No fue hasta que se aproximaba la fecha de estreno cuando descubrí que la película estaba basada en un caso real y mi pequeña investigación internauta me condujo a la novela de David Ebershoff.

Antes de profundizar en el torbellino emocional y el delicioso viaje literario que he experimentado entre sus páginas, me gustaría resaltar que la novela está, como he señalado más arriba, libremente inspirada en la vida de Einar y Greta Wegener ya que, ciertamente, hay muchos aspectos que no se corresponden con lo que les sucedió a los auténticos pintores y una mínima visita a la hemeroteca deja constancia de las licencias que se ha tomado Ebershoff al estructurar su novela.

Sin embargo, en ningún caso creo que dichas licencias desmerezcan el resultado final. En primer lugar porque se trata ésta de una novela, no de una biografía y, en segundo lugar, porque dichas licencias actúan como ligación y empaque del mensaje que trasciende de su lectura: luchar contra tu propia esencia solo conduce a la desdicha y hay que ser lo suficientemente valientes para apostar por uno mismo y no darse por vencido nunca.

"La chica danesa" es una novela emotiva, profunda en sus planteamientos a la vez que sutil en su redacción, llena de una sensibilidad y una empatía que te hacen conectar con cada uno de los personajes de la historia hecho que, bien mirado, es como conectar con la luz y la oscuridad a un tiempo: por un lado, logras comprender a Einar y deseas que su búsqueda tenga éxito; por otro, comprendes a Greta, sufres con ella y deseas que su marido, ese gran amor que es para ella Einar, la cuide y la ame como se merece. Empatizar hasta tal punto con dos personajes en cierto sentido antagónicos en sus intereses no puede ser obra más que de un escritor brillante que ya ha realizado, antes que el lector, el trabajo de identificarse con cada uno de ellos, los comprende, los ama y, como "padre" de ambos, ha aprendido a darles voz, carisma y, sobre todo, humanidad.

Y es que, si tuviera que definir la novela que acabo de leer con un único adjetivo sería ese: humana. La historia de Einar y Greta es una profunda historia de amor imposible, de un amor tan sincero y valiente que conduce a Greta a defender a su marido y apoyarlo aun cuando dicho apoyo lo va a alejar de ella para siempre.

Y no solamente destacan ellos dos, el matrimonio. A lo largo de las páginas de este libro conocemos también a Carlisle, el hermano mellizo de Greta que actúa casi como una muleta de esta y acompañará a Einar cuando ella ya no pueda hacerlo porque su corazón amenaza con romperse en mil pedazos y a Hans, un amigo de la infancia de Einar que tiene muchas de las claves para entender al controvertido pintor desde sus orígenes. Junto a ellos, cómo no mencionar al variopinto grupo de doctores por cuyas consultas pasará Einar buscando comprensión: son fiel reflejo de la cantidad de prejuicios y complejos de una sociedad que acababa de vivir el horror más atroz jamás imaginado (la Primera Guerra Mundial que también se recoge en la novela) pero que se escandalizaba por que un hombre fuera "contra natura" (ironías del mundo moderno occidental).

He disfrutado muchísimo con la construcción de personajes que realiza Ebershoff, así como me ha maravillado su límpida prosa, y las imágenes tan sugerentes y preciosas con las que construye esta historia tan especial.

A nivel estructural, me llamó mucho la atención que la novela comenzara directamente con la famosa escena en que Greta le pide a Einar que se ponga la ropa femenina y pose para ella (famosa porque es la que han utilizado para bombardearnos con ella una y otra vez en los anuncios de la película). Me sorprendió, decía, porque constituye un comienzo de novela muy preciso que busca sin ambages el inicio del conflicto interior de Einar y nos planta directamente en su  búsqueda de identidad. Esta concreción se mantiene a lo largo de toda la novela y una lectura pausada y meditada de la misma nos hace observar cómo cada escena, cada capítulo (ya sea retrospectivo sobre las infancias de Einar y Greta o ubicados en el presente de los protagonistas) está milimétricamente pensado y diseñado para que conozcamos pequeños fragmentos del alma de los personajes. Como si de un puzle se tratara, Ebershoff nos ofrece las piezas justas y necesarias para que, como lectores sensibles y emocionalmente inteligentes que somos, sepamos montar el rompecabezas y obtengamos una visión general, poliédrica y compleja de la historia que nos está relatando y de sus protagonistas.

Me ha apasionado la manera de escribir de este autor, cómo cada capítulo tiene una razón de ser en el conjunto de la obra, cómo ha plasmado la evolución emocional y vital de sus personajes sin resultar demasiado explícito o didáctico y, sobre todo, cómo ha sabido dejar pequeños resquicios abiertos a la interpretación de cada uno.

Nos encontramos ante una novela muy verosímil, punzante en lo más hondo de nuestra humanidad; una novela memorable que me ha provocado una resaca literaria que todavía me dura y que sentí escrita especialmente para mí: para enamorarme, para emocionarme y para recordarme por qué amo tantísimo la literatura.

Siento no poder ser más objetiva. A veces, algunas novelas nos tocan el corazón y se hacen hueco en él para siempre.

"La chica danesa" ha entrado en el mío de una manera tan sutil y conmovedora que se ha quedado para ella sola una habitación propia.

Ana Vanesa Cremades