Las escaleras de Strudlhof o Melzer y la profundidad de los años

Opinión:

Heimito von Doderer (1896-1966) fue un escritor austríaco considerado como uno de los más importantes de su país y también de la postguerra; sin embargo es poco conocido en España.

Su padre, arquitecto e ingeniero, hizo una gran fortuna. Nuestro autor rompió con la tradición familiar y comenzó a estudiar Derecho. Su vocación como escritor fue relativamente tardía; se inició mientras estaba preso en Siberia tras su captura durante la Primera Guerra Mundial. Con la llegada al poder de los Nazis, se afilió al Partido Nacionalsocialista, más que por compartir su ideología, lo hizo como medio de lograr influencia y poder encontrar un editor para su obra y, de hecho, logró publicar su primera novela "Un asesinato que todos cometemos". Pero no le salió tan bien como esperaba porque tras la Segunda Guerra Mundial se le prohibió publicar por su pertenencia al partido Nazi y tuvo que lavar su imagen con ayuda de familiares y amigos para que se le permitiera volver a publicar sus obras.

"Las escaleras de Strudlhof", publicada originalmente en 1951, fue un gran éxito y le consagró como uno de los escritores austriacos más importantes y como el cronista por excelencia de la ciudad de Viena.

Se trata de una obra coral que retrata la sociedad vienesa en el período anterior y posterior a la Primera Guerra Mundial, pero omitiendo los años del conflicto bélico. Para ello el autor se sirve de un entramado de personajes de la alta burguesía cuyas historias se entrecruzan a lo largo de los años.

Las historias de los numerosos personajes se centran en lo cotidiano, en la banalidad de la existencia de un mundo en decadencia. El nexo de unión de las diferentes narraciones lo componen largos párrafos descriptivos (tanto de paisajes como de edificios o estados anímicos de los diferentes protagonistas) en los que el autor demuestra su dominio del lenguaje, su virtuosismo a la hora de utilizar las técnicas narrativas. Como no podía ser de otra manera, su prosa es exuberante, sofisticada, culta pero también fluida y precisa.

Es una obra difícil, los personajes son numerosos y el autor a veces se refiere a ellos por su nombre y, en otras ocasiones, por su apellido; ésto provoca que lleve un tiempo identificar a los personajes.

Tampoco facilita la lectura el tratamiento del tiempo por parte del autor. La narración lo mismo sigue un desarrollo temporal que, partiendo de un tiempo posterior, se remonta al pasado para relatarnos algún acontecimiento de la vida de los personajes en una especie de largo flashback. Hay momentos en que no sabes si estás leyendo sucesos de la década de 1910 o de los años 20 pero, realmente, no importa. El efecto conseguido resulta interesante porque la novela se desarrolla como la vida de cualquiera de nosotros cuando, en un momento dado, algún suceso nos recuerda un acontecimiento pasado. La sensación es la de leer una serie de historias estratificadas, paralelas, que coinciden periódicamente y, sin embargo, la novela resulta orgánicamente unificada.

Es una obra para leer con tiempo, poco a poco, disfrutando de la elaborada prosa del autor. Un clásico y, como tal, merece la pena conocerlo.

Jaci Alía Arreche