Interludio taurino

Opinión:

Rafael Sánchez Ferlosio se reveló como novelista cuando publicó "El Jarama" o, incluso antes, con "Industrias y andanzas de Alfanhuí", pero su verdadera vocación fue la de pensador y ensayista, como queda reflejado en su obra posterior. A partir de los años sesenta empezó a ignorar la escritura narrativa y se centró de forma exclusiva en la prosa de ideas, primero a través del género ensayístico y luego por medio de artículos periodísticos. Fue un excelente polemista, un sagaz pensador y un prosista de valor incuestionable, y de todo ello es muestra esta pequeña antología, "Interludio taurino", que recupera a propósito de un tema concreto algunos de sus textos más memorables, escritos en circunstancias muy diversas y separados a lo largo de los años, con lo cual ofrecen un magnífico panorama de la evolución intelectual que vivió el autor a lo largo de las décadas. Lejos de ofrecernos una mirada monolítica y simplista en torno a la tauromaquia, entre estas páginas encontramos apreciaciones interesantes de quien fue aficionado a los toros (hasta el punto de frecuentar una tertulia sobre esta temática) y sempiterno admirador de Rafael Ortega.

Lo cierto es que el libro puede dividirse en tres partes claramente diferenciadas, en función de su contenido y del origen de los textos. Nos encontramos en primer lugar con un largo fragmento de "Las semanas del jardín", quizá el ensayo más conocido de Sánchez Ferlosio y una de sus obras más aplaudidas. En este fragmento, concretamente los parágrafos que forman la "Semana segunda", el autor nos ofrece una meditada disertación de tono filosófico sobre la noción de 'espectáculo'. Ferlosio se distancia de Debord y de Baudrillard al proponer no tanto una aproximación sociológica, sino más bien un análisis fenomenológico de los espectáculos, para lo cual se ve obligado a encontrar ejemplos y a diferenciar sus categorías, como el juego deportivo, la danza, el teatro, el circo o, en efecto, la corrida de toros. Mediante el análisis de estos ejemplos, el autor llega a diferenciar distintas formas de espectáculo en función de su carácter de acontecimiento y también de su valor artístico. Se trata de páginas difíciles, con complicados sofismas e inesperados giros en la argumentación, pero el lector interesado en la filosofía de la cultura encontrará aquí anotaciones de gran valor.

Tras esta primera parte, que ocupa más de la mitad del libro y que constituye, sin lugar a dudas, su mayor atractivo y un difícil reto de lectura, se nos ofrece luego una serie de ocho artículos, bajo el título genérico de "Interludio taurino". Estos textos, escritos como colaboraciones de Diario 16 durante la temporada taurina del San Isidro de 1980, ofrecen un acercamiento mucho más pragmático a la tauromaquia: en ellos encontramos agudas y divertidas precisiones sobre el público de estos eventos, sobre la conciencia histórica que encarna esta fiesta, sobre el valor cultural de los toros o sobre un torero tan destacado como Rafael Ortega, 'el as de espadas'. Finalmente, el libro se cierra con una coda de dos artículos en los que, bajo el título de "Escritos antitaurinos", presenciamos una peculiar deriva en el carácter intelectual de Sánchez Ferlosio, ahora contrario a todo lo relacionado con lo taurino.

Así pues, este "Interludio taurino" constituye un pretexto idóneo para adentrarse en la escritura de Rafael Sánchez Ferlosio o, para quienes ya están curtidos en su estilo, para profundizar en un tema de larga tradición literaria que, como reflejan estos escritos, ha vivido importantes cambios en las últimas décadas.

Darío Luque