Hijos de las cenizas

Opinión:

"Hijos de las cenizas" comienza con una curiosidad: la tinta en la que está impresa está mezclada con las cenizas del padre del autor, Vicente García, que escribe principalmente novelas de fantasía. Y hay que leerlo sobre todo en ese registro porque, aunque tiene ambientación medieval y algunos hechos, localizaciones y personajes hacen match con la historia francesa, prácticamente la totalidad de lo narrado, y sobre todo la filosofía y modo de actuar de los personajes, no tienen nada que ver con la realidad histórica del momento.

La premisa de los protagonistas, con un gran peso en los personajes femeninos, que actúan en condiciones de completa igualdad (más conforme avanza el proyecto, porque en principio son meras paridoras), es potente. Están hartos de la opresión arbitraria a la que el pueblo es sometido, de modo que deciden aislarse del mundo y, con una mentalidad muy a largo plazo, montar un ejército con sus descendientes, que serán criados para ser grandes guerreros y personas ilustradas.

Por supuesto, mantenerse ocultos no será fácil, ya que ese sueño de libertad choca inevitablemente con la mentalidad cortoplacista y egoísta de algunos. No todo el mundo está conforme con ese tipo de vida de monjes que requiere el proyecto, basada en trabajar duro, entrenar con las armas y adquirir conocimientos. De hecho, tropiezan varias veces con la misma piedra en ese sentido (y aun así, dadas las brechas de seguridad, resulta poco creíble la cantidad de tiempo que pasa hasta que son descubiertos y se pone en peligro su plan). No ayuda que muchas veces se comporten como adolescentes y tomen decisiones impulsivas que sabes que van a acabar en desastre para ellos o para el proyecto.

Aun así, a lo largo de las pocas décadas en las que se desarrolla la novela, consiguen realizar algo increíble y se nutren de todos los conocimientos de la Edad Media desde China hasta Francia para construir una ciudad inexpugnable y entrenar un ejército invencible que desafiará todas las convenciones. Lo cual me parece demasiado rápido y demasiado difícil de hacer incluso teniendo grandes cantidades de dinero en una época donde la comunicación no era rápida y no era fácil acceder a según qué conocimientos.

De ahí lo de leerlo mejor como si fuera una novela de fantasía de ambientación medieval y no una novela histórica fiel a la historia. Como novela de fantasía funciona muy bien, porque tiene una trama ágil (aunque se encuentran deslices, como cuando alguien que definitivamente no debería estar ahí entra en escena, o descuadres temporales), personajes que caen bien y se complementan y una gesta imposible que se enfrenta a personajes malvados (de los malos arquetípicos, sin motivos y perfectamente odiables) para conseguir la libertad de un pueblo.

Por supuesto, no puedo revelar cómo acaba esa gesta tan idealista, pero debo decir que no esperaba ese final. Hay personajes que se quedan por el camino y mucha crudeza, pero también valores positivos y evoluciones que sorprenden. Así que, en definitiva, es una novela amena con la que pasar un buen rato.

Déborah F. Muñoz