Anika entre libros

Guardianas nazis. El lado femenino del mal

Ficha realizada por: Anika Lillo
Guardianas nazis. El lado femenino del mal

Título: Guardianas nazis. El lado femenino del mal
Título Original: (Guardianas nazis. El lado femenino del mal, 2012)
Autor: Mónica G. Álvarez
Editorial: Edaf


Copyright:

© Mónica González Álvarez, 2012

© Editorial EDAF, SLU, 2012

Diseño de cubierta: Gerardo Domínguez

Ilustraciones: B/N
Edición: 1ª Edición: Noviembre 2012
ISBN: 9788441432406
Tapa: Blanda
Etiquetas: juicios Alemania biografía campos de concentración divulgación crímenes reales ensayo mujeres genocidio holocausto nazismo nazis II Guerra Mundial libros ilustrados literatura española Irma Grese Birkenau Auschwitz mujeres nazis Buchenwald tortura mujeres asesinas experimentos médicos Polonia Ewa Paradies Stutthof Herta Ehlert Luise Danz Juana Bormann Bergen Belsen Hildegard Lächert Helmbrechts Dorothea Binz Mühldorf Ilse Koch Gross-Rosen Herta Bothe Dusseldorf Dachau Hermine Braunsteiner Majdanek Malchow Gerda Steinhoff Hildegard Neumann Ravensbrück Theresienstadt Therese Brandl Ruth Elfriede Neudeck Maria Mandel
Nº de páginas: 374

Argumento:

Ilse Koch, Irma Grese, Maria Mandel, Herta Bothe, Dorothea Binz, Hermine Braunsteiner, Juana Bormann, Hildegard Neumann, Gerda Steinhoff, Hildegard Lächert, Ruth Closius Neudeck,Herta Ehlert, Luise Danz, Ewa Paradies, Ruth Elfriede Hildner, Irene Haschke, Alicia Orlowski, Ilse Lothe, Therese Brandl son las mujeres Nazis que salen retratadas en este libro sobre la maldad en femenino durante la II Guerra Mundial.

El libro contiene bastantes fotografías en blanco y negro de bastante calidad.

 

Opinión:

 

Bestia, sádica, mujer de los perros, yegua (por las coces), zorra, fiera, son algunos de los apelativos que, en sí mismos, definían el carácter de las mujeres retratadas en este libro. Violencia, tortura, frialdad, sangre, experimentos médicos, horror, crematorio, cámara de gas, vejaciones, algunas de las palabras que nos muestran que no leeremos nada de buen digerir. Auschwitz, Birkenau, Bergen-Belsen, Ravensbrück, Buchenwald, Stutthof, Majdanek, Theresienstadt, Malchow, Helmbrechts, Dachau, Gross-Rosen, Cracovia-Plaszow, Mühldorf, serán los campos de concentración donde estas mujeres hayan puesto en práctica cosas como lanzar perros a las reclusas, patear hasta matar, fustigar con látigos o palos, hacerles pasar horas de pie a la intemperie, adiestrar a los perros para que se comieran a sus víctimas, acuchillar en caras o golpear en pechos, patear cabezas, disparar a bocajarro, desollar personas para usar su piel y hacer lámparas, seleccionar personas para experimentos médicos o para la cámara de gas… Esos son algunos de sus actos.

Todos sabemos que el mal no tiene rostro ni género, que cualquiera puede ser malvado, pero también que no todo el mundo sirve para serlo. Les diferencia la compasión. Y no todos los que son tan despreciables como estas mujeres -nos limitamos a las protagonistas- son, necesariamente, psicópatas. Pero lo parecen. Hay que ser de otra pasta para torturar y no sufrir pesadillas o remordimientos.

En estas biografías leemos de todo, desde infancias felices a infancias de sumisión, ¡algunas de ellas fueron bellas personas de niñas! No hay un elemento común que las convierta en zorras malvadas. El ideal, el lavado de cerebro y su elección fue lo que las convirtió en torturadoras y asesinas. Tenían el poder y no pensaban que estuvieran haciendo nada malo, aunque supieran que lo estaban haciendo. Simplemente a esta gente jamás le interesó reconocer que lo que hacían era bárbaro. Y así, normalmente, se justificaron en los juicios.

A lo largo del libro conoceremos sus pasados, cómo evolucionaron (la palabra correcta en el sentido místico sería involucionar) en sus puestos de mando o en su propia maldad, algunos testimonios de supervivientes, detalles de los juicios de Nuremberg, y su final.

No puedo evitarlo, debo decirlo: a lo largo del libro en más de una ocasión se habla de la belleza de estas mujeres. De ser ellos mismos quienes veían belleza en ellas, estaban viendo la belleza en su maldad, no necesariamente en sus físicos. Exceptuando Irma Grese -y sólo la veo guapa realmente en una fotografía de todas las que he visto-, todas son feas. Y lo son por fuera, pero por dentro aún es peor: puede llegar el olor a podrido. Cuando acabas este libro sólo deseas que, como poco, aún estén en el purgatorio.

Buen trabajo de recopilación el de Mónica G. Álvarez.

Anika Lillo

 

 

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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